En palabras del predicador, hijo de David, rey de Israel, hoy
comenzamos un nuevo Libro: Eclesiastés, atribuido tradicionalmente al rey
Salomón, y es que en verdad conserva gran similitud con su métrica. Desde el
libro de los Salmos y aún antes, aprendimos acerca del carácter transitorio de
la vida, así como dice el popular coro: La vida es nada, todo se acaba, solo
Dios hace al hombre feliz. De nada nos sirve afanarnos trabajando debajo del
sol, pues de la misma forma en que nacemos, un día nos tocará partir de esta
tierra y nada nos llevaremos. En la vida realmente nada es nuevo, el sol sale por la mañana, y por la tarde se
oculta, y vuelve corriendo a su lugar para salir al día siguiente; lo
que antes sucedió, vuelve a suceder; lo que antes se hizo, vuelve
a hacerse, así que ciertamente de nada aprovecha a ninguno de los hijos de Dios
que sintamos ansiedad por el futuro o lamento por el pasado; simplemente
debemos vivir cada día bajo la misericordia de Dios en paz y en alegría de
corazón. El escritor de este libro, Rey de Jerusalén, con toda su sabiduría se
dedicó a tratar de comprender todo lo que se hacía debajo del cielo, y se dio
cuenta de que todas las cosas son vanidad y aflicción de espíritu, lo torcido
no se puede enderezar y lo incompleto no puede contarse; entonces decidió ver
que de bueno ofrecían los placeres, y se dio cuenta de que eso tampoco puede
alimentar vacíos; también propuso alegrar su carne con vino, engrandecer sus
obras, edificar casas, plantar viñas, hacer huertos y jardines con árboles de
todo fruto; se hizo estanques de aguas, compró siervos y siervas, poseyó
grandes cantidades de animales; se amontonó plata y oro y grandes tesoros y
provincias; fue engrandecido y aumentado en todo, y no negó a sus ojos ninguna
cosa que deseara, ni apartó de él ningún placer; y aún después de ver todas las
obras de sus manos, se dio cuenta de que nada satisfacía su alma ni le era de
provecho debajo del sol.
viernes, 5 de agosto de 2016
La Biblia en un año #Dia192
Eclesiastés 1-6
Todos tenemos un mismo final, y querer encontrar
sentido en los placeres pasajeros de la vida es como querer atrapar el viento; después de tantos trabajos, esfuerzos y preocupaciones,
¿qué nos llevamos de este mundo? Lo mejor que podemos hacer es comer y beber, y disfrutar
de nuestro trabajo, pues eso es un regalo de Dios, y si no fuera por él, ¿Quién podría comer y estar
alegre? Cuando Dios se agrada
en alguien, le da sabiduría y conocimientos, y lo hace estar en paz; en cambio,
al que desobedece, lo hace trabajar y amontonar mucho dinero, para luego
dárselo todo a quien él quiere. Todo tiene su tiempo, y en esta vida todo tiene
su momento; cuando Dios nos creó nos
dio la capacidad de entender que hay un pasado, un presente y un futuro; sin
embargo, por más que nos esforcemos nunca podremos comprender todo lo que el
Señor ha hecho. Todo lo que Él ha hecho
permanecerá para siempre; a su creación no hay nada que agregarle ni nada que
quitarle, Dios lo hizo todo así para que reconozcamos su poder; Si Él nos da mucho, también nos permite
disfrutar de lo que nos da; disfrutemos entonces de lo que tanto trabajo nos ha
costado, porque es un regalo de Dios, y ya que el Señor nos hace estar felices, dejemos de preocuparnos
tanto por la vida.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario