jueves, 11 de agosto de 2016

La Biblia en un año #Dia198

    Isaías 9-12

    Nuestro Dios no da puntadas sin dedal, por esa razón, aunque por un poco de tiempo tengamos que padecer, su salvación siempre vendrá. Israel fue merecedor del juicio anunciado por Isaías debido a su constante rebelión y a sus incesantes ofensas contra el único y soberano Dios, pero, también declaró Dios, que no habría siempre oscuridad para el que se encontrara en angustia, pues, con el nacimiento y el reinado del Mesías, toda la aflicción que les había sobrevenido sería cambiada en Gloria, y el pueblo que andaba en tinieblas, vería gran luz. Desde el principio Jesucristo dividió y marcó la historia: Antes de Él y después de Él, porque es que cuando Jesús pasa, algo pasa. El nuevo pacto instituido por Dios para con su pueblo se vería confirmado en la presencia de Cristo en la vida del hombre, tal y como sigue sucediendo hasta nuestros días, y asimismo, como con su llegada fueron alumbrados todos los que vivían en oscuridad, hoy mismo Él sigue rompiendo y disipando todas nuestras tinieblas con su luz. A ese niño dado por Dios, que nacería con poder para gobernar sobre toda autoridad, se le darían estos nombres: Consejero admirable, Dios invencible, Padre eterno, Príncipe de paz. Él se sentaría en el trono de David, y reinaría sobre todo el mundo y por siempre habría paz; su reino es invencible, y en su nombre para siempre reinarán la justicia y el derecho; esto lo permitió el Dios todopoderoso por el gran amor que nos tiene. ¡Aleluya!

    Israel fue advertido y castigado, el Señor ordenó que los atacaran unos enemigos terribles, quienes de un solo bocado se tragaron la nación; aun así este pueblo no se arrepintió, ni busco la ayuda de Dios, entonces el Señor eliminó a todos sus jefes, líderes y a todos los profetas mentirosos. El Señor no perdonó a sus jóvenes, ni tuvo compasión de sus viudas ni de sus huérfanos, pues todos se comportaban de muy mala manera. El rey de Asiria creía no estar bajo las órdenes de Dios, pero precisamente estaba siendo usado por Él para castigar a Israel, y una vez que el Señor cumpliera sus planes contra Sión y Jerusalén, también castigaría al rey Asirio por su orgullo y por su arrogancia. El Dios único y perfecto se convertiría en una llama de fuego, y en un solo día quemaría al ejército de Asiria; en ese día, los pocos israelitas que quedaran con vida volverían a confiar en el Dios de poder, en el Santo de Israel. 

    Una vez que los Asirios castigaran a Israel, el enojo de Dios sería contra ellos y serían destruidos; luego, de la familia de David saldría un nuevo rey, a quien el espíritu de Dios le daría sabiduría, inteligencia y prudencia. La alegría de este Rey sería obedecer a Dios, y por eso sería muy poderoso y siempre haría triunfar la justicia y la verdad. En la Jerusalén de aquel día nadie haría daño, porque todos conocerían a Dios, y ese conocimiento llenaría todo el país, así como el agua llena el mar. El Señor también haría que volviese todo el pueblo que había sido dispersado, y reuniría a las naciones de Judá e Israel, quienes ya no serían enemigas. En ese día todo el pueblo de Israel cantaría Dios diciendo: Gracias Dios, porque aunque te enojaste contra mí, me has consolado; he aquí que Dios es salvación mía, me aseguraré y no temeré, porque mi fortaleza y mi canción es Jehová, quien ha sido salvación para mí.

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