sábado, 13 de agosto de 2016

La Biblia en un año #Dia200

    Isaías 17-20


    Muchas eran las naciones envanecidas en contra del conocimiento de Dios, por esta razón, las profecías de Isaías sobre ellas continúan, en esta oportunidad les toca el turno a Damasco, Etiopia y Egipto, los enemigos de Judá. La ciudad de Damasco dejaría de existir; quedaría hecha un montón de ruinas, y sería abandonada para siempre. Todo el reino de Siria dejaría de existir, y cuando eso sucediese, también el gran pueblo de Israel se quedaría sin fuerzas y perderá todas sus riquezas; Israel sería arrasada, quedaría como un campo de trigo después de la cosecha. Ese día marcaría el fin de toda idolatría, los israelitas se arrepentirían y volverían a confiar en su creador, el Dios santo de Israel; no volverían a ofrecer sacrificios al dios Baal, ni a adorar a las estatuas de la diosa Astarté, las cuales hicieron con sus propias manos. Las naciones que robaron a Israel, y lo dejaron en la ruina, pronto serían como la paja que se lleva el viento, y como la hierba que es arrastrada por el huracán.

    En Etiopía todo quedaría abandonado en las montañas a las aves de rapiña y a los animales salvajes, y en Egipto todos sus habitantes pelearían unos contra otros y serían puestos bajo el dominio de un rey muy cruel; el agua del Nilo se agotaría, el río quedaría completamente seco, los canales despedirían mal olor. Las corrientes de agua de Egipto irían disminuyendo hasta secarse; los consejeros más sabios de Egipto iban a ser confundidos y llevarían a la nación por muy mal camino. El Señor se daría a conocer a los egipcios, y ellos reconocerían al Señor, le harían culto y le ofrecerían sacrificios y ofrendas; harían promesas a Dios y las cumplirían. El Señor iba a herir a Egipto, pero después lo sanaría; ellos se volverían al Señor, y él se compadecerá de ellos y los sanaría. Los egipcios y los asirios adorarían juntos al Señor, en ese día Israel se colocaría a la par con Egipto y Asiria, y será una bendición en medio de la tierra. El Señor todopoderoso los bendeciría, diciendo: Yo bendigo a Egipto, mi pueblo, a Asiria, obra de mis manos, y a Israel, mi propiedad. Finalmente el rey de Asiria se llevaría prisioneros a los egipcios y a los etíopes, entonces los filisteos se llenarían de pánico, porque contaban con el poder de Etiopía y hacían alarde de los aliados que tenían en Egipto, y de este modo, no tendrían quien los salvase.


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