Isaías 36-39
Cuando
Ezequías comenzó a reinar en Judá, decidió ser fiel a Dios y obedecerlo en todo
a pesar de las terribles y múltiples ofensas que le habían manifestado los
reyes que gobernaron antes que él; sin embargo, en el año 14 de su reinado, Senaquerib,
rey de Asiria, atacó las ciudades fortificadas de Judá y las conquistó; además
el oficial al mando de Senaquerib amenazó a Ezequías y se burló de él y de todo
su ejército diciéndole que su mismo Dios le había ordenado sitiar Jerusalén y
destruirla; arrogantemente le gritó a todos los habitantes de Jerusalén que ni
Ezequías ni su Dios iban a poder librarlos de su ataque. El pueblo se quedó
en silencio pues Ezequías les ordenó que no le respondieran palabra al oficial
Asirio; este rey sabía que sus palabras debían ser reservadas en forma de
oración para el único que podía librarlos. Ezequías entró al Templo del Señor y
envío a su Administrador y a su secretario, en compañía de los
principales Sacerdotes, a hablar con Isaías para pedirle que orara por ellos;
Isaías les dijo que estuviesen tranquilos pues Dios mismo actuaría en contra
del rey de Asiria y lo haría volver a su tierra donde sería matado a filo de
espada.
Senaquerib volvió a amenazar a Ezequías diciendo: Tú confías en tu
Dios, pero no te dejes engañar por él cuando te dice que yo no conquistaré
Jerusalén porque Él no te podrá salvar; luego Ezequías oró al Señor y le pidió
que los salvara del poder de los asirios para que todos vieran que Él era en
único Dios, e Isaías le dijo que el Señor había escuchado su oración. El Señor
mismo dijo mediante el Profeta que Senaquerib al ofender a Jerusalén, lo había ofendido
a Él, al Santo de Israel, y que iba a ponerle un freno en la boca como a los
caballos para detener toda su presunción, su arrogancia y su orgullo. Durante
dos años consecutivos comerían los israelitas de la victoria que Dios les
daría, mediante trigo que crecería por si solo, y al tercer año,
plantarían cultivos y los cosecharían, cuidarían de sus viñedos y comerían
de su fruto. El Señor dijo que el ejercito asirio no entraría en Jerusalén
y que ni siquiera una sola flecha lanzarían contra ella. Esa noche el
ángel del Señor fue al campamento asirio y mató a 185.000 soldados, entonces
Senaquerib, levantó campamento y regresó a su propia tierra; luego de esto,
cierto día mientras él rendía culto a su dios, sus hijos lo mataron a filo de
espada, tal y como el profeta lo había predicho.
Por ese tiempo, Ezequías se enfermó gravemente, y el profeta Isaías lo
visitó para decirle que pusiera sus asuntos en orden porque no se recuperaría
de esa enfermedad; cuando Ezequías lo oyó, oro al Señor y se echó a llorar
amargamente; el Señor vio con agrado su oración y su llanto, por tanto, añadió
a su vida quince años mas, y le prometió protegerlo de los asirios. Cuando el
rey Ezequías se recuperó, escribió un poema para para alabar y glorificar el
nombre del Señor por haberlo rescatado, y dijo que cantaría a Él durante todos
lo días de su vida. Ezequías tendría paz y seguridad mientras viviese pues así
lo había prometido el Señor, sin embargo, vendría el tiempo en el cual todo lo
que hubiese en Jerusalén iba a ser tomado por Babilonia, e incluso sus hijos
serían llevados al destierro; tristemente de Jerusalén no quedaría nada pues
así el Dios todopoderoso lo había declarado.
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