martes, 9 de agosto de 2016

La Biblia en un año #Dia194

    Cantares 1-8

    Hoy se lee un Libro completo, el cantar por excelencia, superior a todos los demás, y el singular y el excelso entre los de su misma textura, es la canción superlativa de Salomón, la canción de las canciones. Todavía recuerdo como éste era mi Libro favorito cuando era adolescente, ¿Por qué será? Jaja.. Lo intensa de esta redacción, y la configuración de estos dos amantes, que se buscaban intensamente, hasta por fin poder consumar su amor, llamaba demasiado mi atención como buena romántica empedernida; ya más adulta dejé de leerlo tanto, y ahora, espero casarme para volver a profundizar en este material tan bueno jaja.. El canto de Salomón relata su casamiento con una joven pastora de ovejas, y en el cual, tanto el autor, como la joven esposa, declaran su amor en una forma bastante poética, figurada, y ardiente. Pero, Cantares, no sólo nos enseña acerca de la relación amorosa en la pareja de novios y esposos, sino también acerca de un amor mucho más profundo e incomparable, el amor de Dios por su pueblo. Después de todo, todos los creyentes también tenemos nuestro esposo, ¡El más fiel de todos! Él es, el amado de nuestras almas. 

    Primero canta la novia, y en un intercambio de frases de deseo y de admiración, ambos se llenan de amor; la novia arde en el anhelo de tenerlo ya junto a ella, y de disfrutar de su presencia; el novio no hace más que alabar su belleza, y juntos, persiguen la esperanza de estar juntos por siempre. Para el novio, su novia es una rosa entre las espinas; y para la novia, su amado es como un manzano entre los árboles del bosque, en el que provoca sentarse a recibir de su sombra y a saborear su fruta. Los que sueñan de amor, nunca deben ser despertados, sino hasta que ellos mismos quieran hacerlo. El anhelo ferviente con el que estos novios se buscaban el uno al otro, debe mantenerse igual de vivo en los corazones de todos los que amamos a Dios, para así, buscar de manera incesante su presencia; abrazarlo, no soltarlo, y hacerlo entrar en todos los espacios de nuestras vidas dándole el permiso de reinar libremente.

    El novio admira a su novia y cree que todo en ella es perfecto, y desde que la miró, le entregó su corazón; ambos comen y beben del fruto de sus jardines y quedan saciados de amor. Aún en medio de los sueños, sus corazones se mantienen despiertos para escucharse el uno al otro, y cuando se hablan, todo su ser se estremecen. Para la novia, su amado es maravilloso, tan elegante y de tan hermosa piel, inconfundible entre mil hombres; sus labios parecen rosas, y por ellos corre miel; su cuerpo es terso y lo adorna un cielo de zafiros; para el novio, su amada es bella, majestuosa como las estrellas; sus ojos lo conquistaron, admirable como la aurora, bella como la luna, y esplendorosa como el sol. Porque el fuego del amor es una llama que Dios mismo ha encendido, no hay mares que puedan apagarlo, ni ríos que puedan extinguirlo. ¡Amén!



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