domingo, 29 de mayo de 2016

La Biblia en un año #Dia143


    Job 18-19

    Job y sus amigos definitivamente no se ponían de acuerdo, y es que en verdad los razonamientos de estos últimos distaban bastante de la realidad. Bildad nuevamente habló de la suerte de los malvados diciendo que a éstos se le apagaría la luz, y su fuego no volvería a dar llama; su lámpara se apagaría y en su casa no brillaría la luz; su paso firme perdería fuerza, y quedaría atrapado en su propia trampa. Para Bildad, solo los malvados se podían sentir amenazados y perseguidos por todas partes y a cada paso; así como su amigo Job. Bildad fue persuasivo y con una gran habilidad comunicativa, pero no dejaba de estar equivocado y de ser bastante cruel con sus palabras; trató de describir todas y cada una de las situaciones difíciles como la enfermedad, la desgracia, la ruina, la muerte, a las que Job había tenido que enfrentarse, como consecuencias intrínsecas que debe asumir el hombre que desprecia a Dios. De acuerdo a lo dicho por Bildad, este tipo de hombre es arrojado a luz de las tinieblas y es expulsado de este mundo. Como dirían aquí en Venezuela: "Este si que era tremendo pana"; agréguese tono sarcástico en esta exclamación. 


    La respuesta de Job era de esperarse: ¿Hasta cuándo van a atormentarme y a herirme con sus palabras? Una y otra vez me insultan; ¿no se avergüenzan de tratarme así?. Además de estar enfermo, en ruinas y en desgracia, Job era constantemente despreciado por su condición; su esposa y sus propios amigos lo rechazaban. No solo tenía que soportar el apenas poder seguir con vida, sino la vergüenza de ser humillado y repugnado por su propio circulo. Job le pidió a sus amigos que por favor pudieran tener compasión de él, pues la mano de Dios le había caído encima fuertemente; luego, finalmente dejó ver un ápice de esperanza diciendo: Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo; y después de deshecha esta mi piel, en mi carne, he de ver a Dios. Realmente esto es lo único suficiente y necesario para creer y vivir, ¿cierto? Como dice el coro: La vida es nada, todo se acaba, solo Dios hace al hombre feliz. Quizás pueda parecer difícil ponerse en los zapatos de Job, al menos yo se que jamás podría hacerlo; su prueba es incomparable con ninguna cosa que yo jamás haya vivido (aunque se que todos somos probados de diferentes formas por Dios); pero el hecho es que él, a pesar de todo cuanto estaba viviendo, mantenía claras sus convicciones, y esto es lo único que nunca debemos estar dispuestos a perder bajo ninguna, ninguna circunstancia. 





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