lunes, 2 de mayo de 2016

La Biblia en un año #Dia121

2° Crónicas 33-36


    Manasés comenzó a reinar en Judá en lugar de su padre Ezequías, y se dice que fue el rey mas perverso de Judá! Después del avivamiento espiritual y político del cual fue responsable Ezequías, Judá cae nuevamente en decadencia gracias a las terribles acciones de Manasés; este rey reconstruyó los santuarios en lugares altos que su padre había derribado; levantó altares a las representaciones de Baal, e hizo imágenes de Aserá; además adoró y rindió culto a todos los astros del cielo, y Levantó otros altares en los dos atrios del templo del Señor, y los dedicó a todos los astros del cielo. Este rey hizo quemar a sus hijos en sacrificio, practicó la invocación de los espíritus, la adivinación y la magia, y estableció el espiritismo y la hechicería. 

    Manasés hizo que Judá y los habitantes de Jerusalén siguieran por el mal camino y que actuaran con más perversidad que las naciones que el Señor había aniquilado ante los israelitas. El Señor habló a Manasés y a su pueblo, pero no le hicieron caso, por eso, el Señor trajo contra ellos a los jefes del ejército del rey de Asiria, quienes apresaron con ganchos a Manasés, lo sujetaron con cadenas de bronce y lo llevaron a Babilonia. Cuando Manasés se dio cuenta de su situación: atacado, apresado, destruido;  no tuvo más remedio que invocar al Dios al cual había estado ofendiendo profundamente, y se humilló delante de El; y cuando oró, Dios lo atendió, escuchó sus súplicas e hizo que volviera a Jerusalén a hacerse cargo de su reino. Cuando esto sucedió, Manasés comenzó a hacer lo que debió haber hecho desde el principio: reconstruyó la ciudad, quitó los dioses ajenos y los ídolos del Templo del Señor, derribó los altares paganos, restauró el altar del Señor, y alentó al pueblo de Judá para que adorara a Dios. Este caso es más típico de lo que pensamos; en muchas ocasiones en vez de escoger el camino efectivo y bendecido de la obediencia, decidimos rebelarnos contra Dios recibiendo terribles consecuencias. Luego de haber apartado nuestra mirada El, de ofenderlo, de sufrir, de padecer, de dañarnos a nosotros mismos y a los que nos rodean; levantamos nuestro rostro y clamamos por su misericordia, y, ¿saben cual es la mejor parte? ¡El siempre nos oye! Nos restaura y nos brinda una nueva oportunidad. Dios es maravilloso y sin igual. "No hay vida tan destrozada o tan malvada que Dios no pueda hacer algo bello por ella si hay un cambio en el corazón".

    Luego de Manasés reinó su hijo Amón en su lugar; este rey también ofendió de forma indiscriminada al Señor repitiendo la conducta infiel de su padre; pero éste no se humilló delante de Dios sino que terminó pecando aún mas que su padre. Amón fue asesinado y luego reinó su hijo Josías. Josías si quiso limpiar el nombre de la familia agradando a su Dios; purificó la ciudad y destruyó los santuarios paganos y todos los ídolos e imágenes dedicados a los dioses falsos, y ordenó destruir los altares de adoración a Baal; luego, ordenó la reparación del Templo del Señor. Durante esta tarea el Libro de la Ley de Moisés fue hallado y de este modo Josías pudo darse cuenta porque la ira del Señor se había encendido contra Judá. Una vez que consultaron a Dios sobre el destino de Judá les fue revelado el juicio inminente sobre la nación a causa de su gran desobediencia: la nación sería destruida. No obstante, por haber sido Josías un líder justo y haberse humillado delante del Señor, El le prometió que la destrucción no sería mientras él estuviese reinando; y Josías prometió adorarlo y obedecerlo de todo corazón, y exigió al pueblo que se comprometieran a lo mismo y así Judá renovó su pacto con Dios, y durante el resto de la vida de Josías nunca se apartaron de El. El Señor siempre puede preservar una persona, una familia, un lugar y hasta una nación entera por amor a sus justos, y Josías había sido uno de ellos.

    Luego de Josías gobernó su hijo Joacaz durante solo tres meses, luego el rey de Egipto puso en el trono a Eliaquim, hermano de Joacaz, para que fuera el siguiente rey de Judá y de Jerusalén y le cambió el nombre a Joacim; este rey hizo lo malo delante de los ojos del Señor. Luego subió contra él el rey de Babilonia Nabucodonosor y conquistó Judá; tomó por prisionero a Joacim  y también se llevó los tesoros del Templo del Señor y los puso en su palacio en Babilonia. Luego de esto, Joaquín, hijo de Joacim gobernó sobre Judá, quien continuó ofendiendo a Dios. Este rey también fue llevado cautivo a Babilonia y Nabucodonosor puso en su lugar a Sedequías, su tío, para que gobernara. El profeta Jeremías habló directamente con Sedequías, quien también estaba haciendo lo malo delante del Señor, pero éste se negó a humillarse delante de Dios y se rehusó a volverse hacia El. Asimismo, todos los jefes de los sacerdotes y el pueblo se volvieron cada vez más infieles. Repetidas veces el Señor envió profetas para advertirles pues tenía compasión de ellos, sin embargo, el pueblo solo se burlaba de ellos y despreciaban la Palabra de Dios; por esta razón el enojo del Señor no pudo contenerse más y sucedió lo inevitable: la caída de Judá. 

    El Señor mandó a Nabucodonosor contra ellos, mataron sin compasión tanto a los jóvenes como a las muchachas, a los ancianos y a los débiles; El rey se llevó a Babilonia todos los objetos, grandes y pequeños que se usaban en el templo de Dios, y los tesoros del palacio del rey y de los funcionarios de la nación.  Luego su ejército quemó el templo de Dios, derribó las murallas de Jerusalén, incendió todos los palacios y destruyó por completo todo lo que había de valor; se llevaron cautivos a Babilonia a los pocos sobrevivientes, y se convirtieron en sirvientes del rey y sus hijos durante setenta años. A pesar de esta lamentable situación para el pueblo amado de Dios, este libro termina con un mensaje de esperanza: Persia reemplaza a Babilonia en el poder, y el Rey Persa, Ciro, declaró que Dios le encargó que le construyese un Templo en la ciudad de Jerusalén de Judá, y que todos los que fuesen de Judá tenían el permiso para volver a Jerusalén. Ahora que sé que el Salmo 126 es un canto de alegría por esta gran noticia, puedo imaginarme con mucha más claridad lo que los israelitas pudieron sentir. ¡Eran libres de nuevo! ¡Dios siempre muestra su favor! ¡Su misericordia es eterna!


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