lunes, 23 de mayo de 2016

La Biblia en un año #Dia138

    Job 4-7

    Luego de que Job maldijese el día de su nacimiento y se quejara abiertamente por la terrible condición que Dios había permitido que padeciera; sus tres amigos rompieron el silencio, y empezaron a dar uno por uno, una serie de discursos a Job en los que dejaban ver claramente sus posiciones respecto a los padecimientos de su amigo, aunque éstas posiciones se tradujeron más en cuestionamientos que en comprensión. Quizás ellos tuvieron la mejor de las intenciones al exhortar a su amigo, pero realmente decir las palabras correctas en un momento inapropiado termina siendo un error. Medito generalmente en esto porque muchas veces caigo en el error de querer argumentar la voluntad de Dios buscando los porque, cuando realmente solo debemos aceptarla sin cuestionar... Ni a El, ni a los otros, ni a ti mismo.

    El primero que habló fue Elifaz; quien desafió a Job a identificar cualquier obstáculo entre Dios y él, pues Elifaz aseguraba que los problemas del hombre eran producidos por el mismo hombre y que no podía culpar a Dios por ello. Elifaz dijo a Job que el mismo había sido maestro de muchos, y que antes era él quien animaba a los desanimados y alentaba a los tristes; pero ahora que estaba sufriendo, no podía resistirlo y se daba por vencido. Este amigo de Job, se dedicó a dar razones bíblicas para explicar que el que anda mal, mal acaba; tratando de hacerle ver a Job que debía haber hecho algo para merecer su desgracia. Elifaz consideraba que la situación de Job provenía de la disciplina impuesta por Dios por algún mal cometido, y que Job debía considerarse bendecido al ser corregido por el Señor. No obstante, lo animó a confiar en Dios y a reposar su confianza en El, pues aunque el Señor pudiera herir, también curaba la herida: y aunque permitiera los golpes, también aliviaba el dolor; y que El lo libraría de sus tribulaciones.

    Job rechazó la posición de su amigo pues sostenía que siempre había sido fiel a Dios y que por tal razón no podría entonces recibir los males de la desobediencia a los que Elifaz se refería. Job se sintió defraudado y criticado por la actitud de sus amigos pues ellos mismos eran testigos de que ningún mal había hecho él contra Dios, y que ellos en vez de amarlo y apoyarlo en su sufrimiento solo le hacían reproches por sus palabras. Los argumentos de Job para Dios respecto a su situación seguían de manifiesto pues padecía ya meses de calamidad; totalmente lleno de inquietudes prefería morir a seguir viviendo de esa forma. Preguntaba a Dios porque lo había hecho padecer tal aflicción y porque lo había hecho blanco de tantas torturas... Finalmente pidió a Dios que si era a causa del pecado que se encontraba en ese estado, pudiera El perdonar su iniquidad y olvidar su rebelión. 


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