lunes, 23 de mayo de 2016

La Biblia en un año #Dia139

    Job 8-10

    El segundo amigo entra en acción, Bildad, quien empezó proclamando la justicia de Dios... Puedo estar de acuerdo con él en algo: Dios no hace nada injusto. Es así, solo Dios conocía la verdadera razón por la cual había sometido a Job a tal aflicción; una razón que el mismo Job desconocía y que sus amigos intentaban con suposiciones poder conocer. Bildad fue mucho más agresivo en sus palabras que Elifaz, tanto así que le dijo a Job que si sus hijos habían recibido ese merecido era porque seguramente habían pecado contra Dios; y de este modo también le dijo que la solución para que Dios le "levantara" el castigo que le había impuesto, era confesando sus pecados a El, y así fuese removido de su sufrimiento. ¿Siempre tenemos tanto que afirmar, decir y exhortar cuando es otro el que sufre cierto? Pero que no seamos nosotros mismos. Tal y como lo dijo Elifaz, los malvados reciben el producto de sus malas obras, y para ambos amigos, Job estaba recibiendo el fruto de algún mal cometido.

    Job era conocido antes de esta tragedia como un hombre de una conducta admirable producto de su maravillosa relación con Dios; era justo, recto y apartado del mal. Cuando nuestra relación con Dios es así de sólida y nutrida a través de la Palabra y la oración, difícilmente podemos ser conmovidos en nuestras posiciones, si éstas, han sido establecidas por su verdad. Para Job, nada de lo que decían sus amigos era nuevo; le dijo a Bildad que él sabía que nadie podía desafiar a Dios y salir victorioso; Job sabía también perfectamente que el poder de Dios era ilimitado, y que hacía cosas tan maravillosas que era muy difícil comprenderlas, y más aún hablar de ellas; así como sabía todas estas cosas, también sabía que era inocente y que solo suplicaba a Dios por su compasión. Reiteradas veces Job se declaró inocente de culpa, afirmaba no tener nada de que arrepentirse, por eso no entendía por qué estaba recibiendo el castigo de Dios. Su conclusión fue, que el Señor enviaba juicio a malos y buenos por igual. 

    Después de responder a Bildad, Job dio rienda suelta a su queja y a su dolor pues estaba cansado de la vida que estaba llevando; por eso le dijo a Dios: No me condenes, hazme entender por qué contiendes conmigo, ¿Te parece bien que oprimas, que deseches la obra de tus manos, y que favorezcas los designios de los impíos?; Job preguntó al Señor nuevamente de que lo estaba acusando y por qué estaba recibiendo ese terrible mal, pero Dios aún guardaba silencio. Job seguía confrontando al Señor por su decisión de afligirlo pero aún no obtenía respuesta; seguía clamando por su misericordia pero aún no era librado. Ya se el por qué de la famosa frase: así como la paciencia de Job... Ciertamente debió producirla en medio de la prueba.




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