jueves, 5 de mayo de 2016

La Biblia en un año #Dia124

    Esdras 7-8

        La lectura de hoy me dejó totalmente fascinada como maestra de las Escrituras, hasta podría decir que este libro se está convirtiendo en uno de mis favoritos. El libro de Esdras se divide en dos partes; la primera cuenta la historia del primer retorno de los exiliados y la conclusión y dedicación del nuevo Templo de Jerusalén, que ya vimos; y la segunda parte cuenta la posterior misión del Sacerdote Esdras, quien se prepara para dirigir el segundo retorno de judíos y también para supervisar los asuntos del Templo y proveer un liderazgo para la nación. Esdras era descendiente de Aarón; era un escriba diligente de la Ley que se había preparado profundamente para conocerla, para cumplirla y para enseñarla. Era uno de los mejores eruditos y maestros de su época; no sólo porque conocía la Ley del Señor sino porque la vivía, y esto es lo más importante en un comunicador de la Palabra. Sin duda alguna, Esdras es un maravilloso ejemplo para todo maestro de enseñanzas bíblicas. El famoso poeta libanés Gibran Jalil dijo: Aquel que desee convertirse en maestro del hombre, debe empezar por enseñarse a sí mismo antes de enseñar a los demás; y debe enseñar primero con el ejemplo antes de que lo haga verbalmente. Pienso que este es un gran compromiso que todos los que enseñamos la Palabra de Dios deberíamos asumir.

    Dios había hecho que el rey Artajerjes le diera a Esdras todo lo que él pidiera, pues la bondad del Señor estaba con él. Artajerjes se comprometió a dar a Esdras del tesoro de su nación todo lo que necesitara para resolver los asuntos del Templo; y ordenó a todos sus tesoreros que si Esdras pedía algo, debían entregárselo sin falta y sin cobrarle ninguna clase de impuesto ni a él, ni al resto de los Sacerdotes y a los servidores del Templo. El rey Artajerjes también le aconsejó que utilizara todos los conocimientos que Dios le había dado para nombrar gobernantes y jueces que conocieran la ley de Dios, y que gobernaran con justicia. Esdras ordenó que todos los que iban a regresar a Jerusalén con él hicieran un ayuno para humillarse delante de Dios y así pedirle su protección para sus familias y sus pertenencias durante el regreso y Dios los escuchó. De este modo volvieron a Jerusalén Esdras y todo el grupo de judíos que había querido volver, entre los que había sacerdotes, sus ayudantes, cantores, guardianes y servidores del templo de Dios. Cuando llegaron al Templo entregaron todas las ofrendas y quemaron sacrificios en honor al Señor, y entregaron la orden del Rey Artajerjes a todos los gobernantes y asistentes de las provincias, los cuales apoyaron al pueblo y al Templo de Dios. Todo beneficio tiene su sacrificio, y viceversa. 


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