Alto de adoración semanal...
Leer acerca
del duro exilio de los israelitas a Babilonia no fue algo sencillo; aunque este
pueblo, constantemente infiel, ofendiera a Dios de forma indiscriminada, hay
algo en mi respecto al amor de Dios hacia ellos, que me hace sentir una
identidad irrenunciable con este pueblo. Es como si tuvieses un hermano
rebelde, que se subleva frente a tus padres y los desobedece constantemente
lastimando su corazón; sabes que está mal, no compartes su conducta, te duele
el sufrimiento de tus padres, pero al mismo tiempo amas a tu hermano, te
compadeces de él, y no quisieras que nada malo le suceda; pues
exactamente así podría definir mi relación con los israelitas en este tiempo de
lectura. A pesar de su terrible y reprochable conducta, realmente me conmovió
en gran manera observar la destrucción de la muy amada Jerusalén del Señor y la
cautividad de sus escogidos durante 70 años más de esclavitud.
Del mismo modo me colmé de alegría cuando supe la buena noticia: Los judíos
serían liberados y volverían de nuevo a su tierra. Durante esta semana el libro
de Esdras y de Nehemías se me presentaron como el gozo de la lluvia después de
una larga temporada de sequía; un pueblo arrepentido y listo para reconstruir
su Templo y su futuro. El restablecimiento de la relación de una persona con
Dios es un suceso que por siempre ha llenado y llenará de felicidad mi corazón, porque: nunca nada está lo suficientemente perdido como para que El no pueda
rescatarlo. En orden al
emocionante regreso de los israelitas a Jerusalén, hoy también me corresponde
leer un Salmo de regocijo, el N° 45; lo que por cierto, trae consigo una nueva
confirmación de Dios a mi vida respecto a una Palabra que compartiré este
domingo en el mensaje que me corresponde llevar en la Iglesia. ¿Dios es
demasiado bello verdad?
Este Salmo se titula: cántico de las bodas del Rey; un innegable símil con las bodas del cordero. El salmista expresa en este canto de amores la gloria y el esplendor de la novia y el novio en sus días de bodas, haciendo mención especial a la participación masculina; el novio: poderoso guerrero, glorioso y majestuoso; quien cabalga con majestad hacia la victoria y defiende la verdad, la humildad y la justicia. Este caballero es el mas apuesto de todos y Dios lo ha bendecido para siempre. El esposo se deleita en la belleza de su esposa; quien debe honrarlo y serle fiel como su Señor. Es inevitable no pensar en mi amado Jesucristo mientras leo estas lineas, nuestro novio y futuro esposo, quien amó tanto a su Iglesia que se entregó a sí mismo por ella. Con hermosas vestiduras es llevada la esposa frente a su rey entre entusiasmo y alegría; tal y como muy pronto será presentada frente a Cristo una iglesia gloriosa, apartada del mal y perfecta, como un vestido sin una sola arruga ni una sola mancha, ni nada parecido. Anhelo este día.
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