miércoles, 11 de mayo de 2016

La Biblia en un año #Dia128

    Alto de adoración semanal... 

    Leer acerca del duro exilio de los israelitas a Babilonia no fue algo sencillo; aunque este pueblo, constantemente infiel, ofendiera a Dios de forma indiscriminada, hay algo en mi respecto al amor de Dios hacia ellos, que me hace sentir una identidad irrenunciable con este pueblo. Es como si tuvieses un hermano rebelde, que se subleva frente a tus padres y los desobedece constantemente lastimando su corazón; sabes que está mal, no compartes su conducta, te duele el sufrimiento de tus padres, pero al mismo tiempo amas a tu hermano, te compadeces de él, y no quisieras que nada malo le suceda; pues exactamente así podría definir mi relación con los israelitas en este tiempo de lectura. A pesar de su terrible y reprochable conducta, realmente me conmovió en gran manera observar la destrucción de la muy amada Jerusalén del Señor y la cautividad de sus escogidos durante 70 años más de esclavitud.

    Del mismo modo me colmé de alegría cuando supe la buena noticia: Los judíos serían liberados y volverían de nuevo a su tierra. Durante esta semana el libro de Esdras y de Nehemías se me presentaron como el gozo de la lluvia después de una larga temporada de sequía; un pueblo arrepentido y listo para reconstruir su Templo y su futuro. El restablecimiento de la relación de una persona con Dios es un suceso que por siempre ha llenado y llenará de felicidad mi corazón, porque: nunca nada está lo suficientemente perdido como para que El no pueda rescatarlo. En orden al emocionante regreso de los israelitas a Jerusalén, hoy también me corresponde leer un Salmo de regocijo, el N° 45; lo que por cierto, trae consigo una nueva confirmación de Dios a mi vida respecto a una Palabra que compartiré este domingo en el mensaje que me corresponde llevar en la Iglesia. ¿Dios es demasiado bello verdad?  

    Este Salmo se titula: cántico de las bodas del Rey; un innegable símil con las bodas del cordero. El salmista expresa en este canto de amores la gloria y el esplendor de la novia y el novio en sus días de bodas, haciendo mención especial a la participación masculina; el novio: poderoso guerrero, glorioso y majestuoso; quien cabalga con majestad hacia la victoria y defiende la verdad, la humildad y la justicia. Este caballero es el mas apuesto de todos y Dios lo ha bendecido para siempre. El esposo se deleita en la belleza de su esposa; quien debe honrarlo y serle fiel como su Señor.  Es inevitable no pensar en mi amado Jesucristo mientras leo estas lineas, nuestro novio y futuro esposo, quien amó tanto a su Iglesia que se entregó a sí mismo por ella. Con hermosas vestiduras es llevada la esposa frente a su rey entre entusiasmo y alegría; tal y como muy pronto será presentada frente a Cristo una iglesia gloriosa, apartada del mal y perfecta, como un vestido sin una sola arruga ni una sola mancha, ni nada parecido. Anhelo este día. 




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