Nehemías 3-4
En el nuevo proyecto de re edificación de Jerusalén que Dios le encomendó a Nehemías, él no podía realizar la obra por sí solo, necesitaba un
grupo de trabajo en el cual pudieran distribuirse correctamente las tareas; y, Nehemías, gracias a sus habilidades administrativas pudo poner en marcha lo que para mi,
es el principio y fundamento de todo buen liderazgo, la delegación de
responsabilidades. Ningún hombre o mujer por muy brillante, eficaz o talentoso
que sea puede permanecer solo sin el apoyo de otras personas que compartan sus
convicciones y compromisos. El trabajo
de reconstrucción de Judá fue repartido entre los Sacerdotes, asistentes,
orfebres, jefes de familia, gobernadores, mujeres comerciantes y todo aquel
dispuesto a trabajar en esta gran labor. Nuestro Dios desde el principio
enfatizó la importancia de la compañía declarando que: no es bueno que el
hombre esté solo; y el poder del acuerdo es vital para el éxito de todo compromiso familiar, Ministerial o laboral. Antes de querer ocupar el
lugar de “solista”, es bueno reflexionar en las habilidades de este gran líder
espiritual y nunca olvidar que mejor son dos que uno.
Como todo
gran proyecto, idea o propósito, la reconstrucción de la nación trajo consigo la oposición de ciertos grupos
enemigos, quienes con burlas atacaban a los judíos; ya saben lo que dicen: El
que quiere hace y el que no, critica. Generalmente aquellas personas ociosas y
con vidas espirituales debilitadas intentan desestimar a aquellos que si están
dispuestos a emprender grandes retos para Dios; para estos opositores, Nehemías
tuvo la correcta actitud: oró a Dios y le pidió que El mismo cobrara sus
ofensas por las burlas de sus ellos hacia él y hacia su nación. Todos los involucrados en la obra de
reconstrucción siguieron trabajando con entusiasmo; por esta razón, la
oposición fue de verbal a física, cuando sus enemigos quisieron atacarlos;
frente a esta situación Nehemías animó a los grupos de trabajo a que
continuaran orando al Señor y trabajando, y también a que se prepararan para
pelear diciéndoles que no temieran, y se acordaran del Señor. Cuando sus
enemigos vieron a los judíos resueltos para pelear reconocieron que Dios estaba
con ellos; entonces todos los israelitas pudieron volver a sus tareas y trabajaron
arduamente desde que salía el sol hasta que aparecían las estrellas. Para
grandes propósitos, grandes esfuerzos. En este punto de la lectura me
encuentro: maravillada.
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