viernes, 13 de mayo de 2016

La Biblia en un año #Dia130

    Nehemías 8-10

    Después de volver a su tierra, de haber reconstruido su ciudad y su Templo en ruinas, de haber restablecido la adoración a Dios y de haber levantado el muro que protegía a Jerusalén; podríamos decir que las generaciones de Israelitas que habían vuelto del cautiverio tuvieron una transformación y una renovación espiritual tan grande, que pudieron experimentar un avivamiento personal y nacional como pueblo de Dios. El Señor les había devuelto la oportunidad de renovar sus votos con El, de empezar de nuevo, de hacerlo todo de una forma diferente a la que tiempo antes les había traído tan devastadores resultados; El como siempre, había mostrado una vez más su misericordia, y los israelitas lo sabían muy bien. Yo aquí reflexionando un poco, me imagino que había un nuevo anhelo de adorar a Dios que era indescriptible; la libertad de poder amar al Señor y vivir para El, no se compara con nada.

    Esdras, maestro y Sacerdote, asume el protagonismo nuevamente en este día de lectura y se encarga de leer el Libro de la Ley de Moisés frente a todo el pueblo, que reunido en la plaza, escuchó con mucha atención. Después, Esdras alabó al Dios todopoderoso, y todos, con los brazos en alto, dijeron: Sí, sí, alabado sea Dios. Luego se inclinaron hasta tocar el suelo con la frente y adoraron al Señor. Para entender la Ley de Dios aun con más claridad se nombraron Sacerdotes que pudieran leer y traducir el libro para que la gente lo pudiese comprender. Todos lloraron al entender lo que el Libro decía, pero Esdras, y los demás Sacerdotes dijeron a todos que no lloraran ni se pusieran tristes porque ese día estaba dedicado al Señor. Esdras ordenó hacer fiesta en honor a Dios, y todos celebraron porque habían podido comprender el Libro de Dios. También se celebró la fiesta de las enramadas, que no se celebraba desde los días de Josué; La fiesta duró siete días, y en cada uno de ellos Esdras leyó el libro de la Ley de Dios; y al octavo día hicieron un culto para adorar a Dios.

    Este renovado y restaurado grupo de israelitas, se reunió para ayunar y para reconocer la maldad de sus antepasados; se apartaron de todos los extranjeros, confesaron sus pecados, y para demostrar que estaban arrepentidos, se pusieron ropas ásperas y se echaron tierra sobre la cabeza. Durante horas se dedicaron a leer el Libro de la Ley y a adorar a Dios. Los Sacerdotes oraron y alabaron el nombre del Señor en voz alta; luego los israelitas oraron reconociendo el poder y la soberanía de Dios, y recordaron como había sido El quien los había formado, levantado, sostenido, y como los hizo acreedores de un gran y maravilloso territorio para vivir. Después de una profunda oración de arrepentimiento y agradecimiento por su maravilloso poder, hicieron pacto con El y se comprometieron a guardar la Ley firmemente y a adorarlo de todo corazón; compromiso que hicieron por escrito y fue sellado y formado por todos los jefes, Sacerdotes y Levitas, y por Nehemías que era el actual gobernador de la Nación. Los israelitas estaban listos para disfrutar de un nuevo comienzo, en el cual solemnemente prometieron a Dios la santidad y obediencia que sus antepasados no le habían dado. En este punto de la lectura me encuentro: a la expectativa. 






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