martes, 17 de mayo de 2016

La Biblia en un añi #Dia133

    Ester 3-4

    Los hijos obedientes de Dios siempre encontraremos rechazo en aquellos que no comparten nuestras convicciones; constantemente podemos ser acusados, descalificados, perseguidos y en algunos casos mas extremos, hasta asesinados por vivir y defender el Evangelio de Jesucristo. Mardoqueo, el primo y padre adoptivo de Ester, tuvo que enfrentarse a la deliada situación de honrar a Dios, o de honrar a los hombres; pero siendo un judío temeroso del Señor, se inclinó naturalmente por la primera opción. El nuevo jefe de gobierno del rey Asuero, Aman, ordenó que todos los sirvientes debían arrodillarse e inclinar la cabeza delante de él en señal de respeto, pero Mardoqueo no lo hacia. Cuando Aman se entero de esto y de que además, Mardoqueo era judío, decidió castigarlo a él y a todos los judíos que vivían en el reino de Asuero. De este modo Amán convenció a Asuero para así llevar a cabo su plan y destruirlos. 

    La orden para destruir a los judíos fue firmada por el rey Assuero y fue enviada a todos los gobernadores y jefes de las provincias del reino; y en un solo dia, se les daría muerte a los judíos así fueran mujeres, ancianos o niños. Cuando Mardoqueo supo todo lo que había pasado, se rasgó la ropa en señal de dolor, se vistió con ropas ásperas, se echó ceniza sobre la cabeza y empezó a recorrer la ciudad dando gritos llenos de amargura. También en cada provincia adonde llegaban la orden y el edicto del rey, hubo gran aflicción entre los judíos, los cuales manifestaban su tristeza con ayunos, lágrimas y lamentos, y muchos de ellos se acostaron sobre ceniza y se vistieron con ropas ásperas.

    Mardoqueo mandó a comunicar a Ester lo que estaba pasando, y le pidió que fuera a ver al Rey y le suplicara no destruir a su pueblo. En este tiempo, nadie podía presentarse delante del Rey sin ser llamado pues se le castigaba con la muerte, ni siquiera la reina; a menos que al acercarse frente al Rey éste le extendiera su cetro de oro. Ester le comunicó esta situación a Mardoqueo, pero éste le mandó a decir nuevamente a Ester que se atreviera a hablar pues si había llegado a ser reina había sido para ayudar a su pueblo en un momento tan difícil como ese. Ester se armó de valor y le pidió a Mardoqueo que reuniera a todos los judíos que vivían en la capital del reino para que ayunaran durante tres días por ella, y que ella y todas sus sirvientas también lo harían, y luego se presentaría delante del Rey así tuviese que arriesgar su vida por todo su pueblo. La palabra de este día habló a mi vida para confirmarme una vez más que el ayuno tiene poder; no para lograr que las cosas sucedan, sino para lograr que nuestra fe sea fortalecida y que nuestra fe, a su vez, alcance los milagros de Dios. Ester pudo haberse sentido insegura y temerosa, pues presentarse delante del Rey ciertamente era un riesgo mortal, pero se animó a dejarse usar por Dios para ser de bendición a su nación; y esta era la razón principal por la cual el mismo Dios había permitido que ella ocupara el trono en primer lugar. No olvidemos que Dios honra a los que le honran y que nos bendice para que seamos de bendición.


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