miércoles, 24 de febrero de 2016

La Biblia en un año #Dia55

    Deuteronomio 12-16


    Los israelitas tenían una orden que debía ser cumplida cuando llegasen a Canaán: Destruir todos los lugares donde los miembros de esa nación adoraron a sus dioses falsos, y destruir todos sus altares, estatuas, imágenes y esculturas; además debían levantar en el lugar que Dios escogiera, el sitio de adoración para el Señor su Dios, donde debían hacer sus sacrificios, llevar sus ofrendas y sus diezmos; este sería el lugar donde el nombre de Dios iba a ser honrado y exaltado. Los israelitas ni siquiera debían preguntar estando dentro del territorio prometido cual era la forma en la que sus miembros adoraban a sus dioses, tampoco podían seguir ninguna de sus costumbres, ni querer adorar a Dios en la manera en la que ellos adoraban a sus dioses puesto que esto era totalmente detestable delante del Señor. Esto me recuerda que estamos en este mundo pero que no somos de este mundo... Muchas veces las "costumbres" del sistema de Satanás son tan sutiles, que ni siquiera nos damos cuenta cuando estamos participando en prácticas desagradables delante de Dios en compañía de gente que no vive para El, y con esto debemos ser además de cuidadosos, muy pero muy determinantes. La forma en la que decidí vivir para mi Señor, fue apartada para el; puede que a los demás eso no les parezca o les incomode, en ocasiones he sido llamada "inflexible", pero ¿saben algo? prefiero seguir siéndolo.

    Siguen las advertencias... Cuando algunas personas intentaran manipular a los israelitas para hacerlos caer en sus trampas prometiendoles señales o milagros para que rindieran culto a los dioses falsos, ellos debían tener especial cuidado porque ésta seria la forma en la que el mismo Dios los estaría probando para ver si realmente ellos lo amaban con todo su corazón y su alma. Por eso, el pueblo de Israel debía servir únicamente al Señor y temer solo a él. A todas estas personas que trataran de desviar a los israelitas del camino que Dios había establecido para ellos se les debía quitar la vida, incluso si era algún miembro de su misma familia, como sus hijos, sus hermanos o sus cónyuges; de este modo se despertaría el temor en el pueblo y los demás no harían tales actos. El Señor solo iba a ser compasivo si los israelitas escuchaban sus voz y cumplían sus mandamientos.

    Moisés siguió refiriéndole al pueblo los estatutos dados por Dios respecto al año de liberación, donde cada siete años debían ser perdonadas todas las deudas. Todo lo que Dios les daría a los israelitas sería tanto que les sobraría siempre, y ellos no podían ser malos ni egoístas, sino prestar siempre a otros lo que necesitaran. También les habló Moisés de la Ley acerca de los esclavos, con quien también debían compartir sus bendiciones y los dejarían libres al séptimo año, a menos que por amor el esclavo quisiera quedarse con su amo para siempre. Todos los animales machos que nacieran primero debían ser apartados para Dios como primicia. Las fiestas ceremoniales también fueron recordadas en el discurso de Moisés, como la Pascua, el festival de los panes sin levadura, la fiesta de la cosecha y la fiesta de las enramadas. Por último (Por ahora), la justicia para el pueblo sería administrada por Jueces y funcionarios de cada una de las tribus en todas las ciudades.

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