domingo, 14 de febrero de 2016

La Biblia en un año #Dia44

    Números 13-16


   Definitivamente hay un buen modo de hacer las cosas (a la manera de Dios) y hay un mal modo de hacerlas (a nuestra manera); cuando estaba pequeña y mi mamá me daba una tarea me decía: Puedes quejarte y llorar todo lo que quieras e igual lo vas a tener que hacer; creo que Dios, como nuestro padre, muchas veces aplica la misma técnica. Los israelitas estaban allí, cerquita de alcanzar la tierra que Dios les había prometido, pero su rebeldía, amargura y desobediencia los traicionó. 12 hombres (uno por cada tribu) fueron escogidos para entrar a Canaán y reconocer la tierra; debían observar como era, si era buena o mala; y al pueblo que la habitaba, si era fuerte o débil; estos espías hicieron su trabajo y al cabo de cuarenta días regresan al campamento que se encontraba en el desierto de Parán en Cades Barnea para informar a Moisés, a Aarón y a todo el pueblo acerca de lo vieron; algunos de ellos dijeron: La tierra es fuerte, y las ciudades muy grandes y fortificadas, podemos tomar posesión de ella porque más podremos nosotros que los que en ella habitan; sin embargo, otro grupo dijo: Ese pueblo es más fuerte que nosotros, sus habitantes son gigantes y no podremos contra ellos; además dijeron que era un lugar donde no se podía vivir porque era tan malo que la gente moría como si se los tragase la tierra. Había posiciones encontradas.

   Aquella noche volvió la queja y la critica delante del informe de los espías, pues los israelitas dijeron que mejor hubiese sido morir en la tierra de Egipto o en el desierto, antes que llegar a esa tierra para caer presos; hasta quisieron relevar a Moisés en sus funciones y nombrar otro líder. Josué y Caleb que eran dos de los espías habían ido a explorar la tierra, trataron de convencer al pueblo diciendoles que la tierra era buena, con abundancia de alimentos, y que Dios los amaba mucho, por lo que los ayudaría, que no tuviesen miedo; pero fue tanta la dureza del pueblo que solo quisieron apedrearlos. La molestia de Dios frente a esta actitud fue tanta que estableció que ninguno de los que, aún viendo sus milagros y su poder tanto en Egipto como en el desierto, vería la tierra que les había prometido por haber ofendido su nombre; todo aquel mayor a 20 años y que hubiese ofendido al Señor moriría en el desierto, más Josué y Caleb entrarían al territorio prometido. Durante 40 años debía vagar este pueblo por el desierto, conforme a los 40 días que estuvieron los espías explorando Canaán, este fue el castigo de parte del Señor para aquellos que no confiaron en El, y de los doce espías solo Josué y Caleb quedaron con vida; los otros diez que hicieron que el pueblo se rebelara contra Dios, murieron. 

   La rebeldía del pueblo no había cesado frente a este nuevo tratamiento de Dios, de hecho, creció; algunos de ellos quisieron entrar a la tierra prometida a pesar de la prohibición de no hacerlo, por lo que murieron en manos del amalecita y el cananeo quienes los hirieron y derrotaron cuando intentaron entrar. Coré por su parte, descendiente de la tribu de Leví, mas otros que lo siguieron a él en su obstinación, no quisieron seguir sujetándose a las órdenes de Dios dadas a través de Moisés, intentaron un golpe pero fueron tragados vivos por la tierra; y doscientos cincuenta descendientes de la tribu de Leví que le siguieron en su rebeldía murieron quemados. Cuando el pueblo notó que muchos habían muerto, quisieron hacer daño a Moisés y a Aarón; ellos fueron tan fieles que intercedían pidiendo a Dios que les perdonara ese pecado, sin embargo, ese día murieron catorce mil setecientas personas sin contar las que habían muerto junto a Coré. 


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