jueves, 4 de febrero de 2016

La Biblia en año #Dia35

  Israel es la nación santa del Señor, su amor; y serlo también trae consigo ciertas exigencias, Dios era muy, muy bueno con ellos; benevolente, misericordioso, compasivo, fiel... Pero también esperaba de ellos la conducta propia de ser sus escogidos; como nación santa debían también tener un comportamiento santo y limpio, agradable delante del Señor, por eso, el mismo siguió instituyendo y comunicando una serie de normas bajo las cuales ellos debían manejarse respecto a la pureza en materia de: alimentos, enfermedad, maternidad e impureza física. 

   Para Dios había animales puros e impuros, es decir, animales que los israelitas podían comer y otros que no y fue bastante preciso en las indicaciones. También dio una serie de normas respecto a la mujer cuando diera a luz; asi como también, otras normas en relación a las enfermedades en la piel como la lepra, considerada en el tiempo del antiguo testamento como una enfermedad hereditaria e incurable; el leproso estaba excluido del campamento y sólo despues del aislamiento y una meticulosa inspección podía ser declarado limpio de la enfermedad, en este caso le correspondía al sacerdote examinar al enfermo para declararlo puro o impuro.

   Después de haber empezado a leer la ley en el éxodo y posteriormente acá, solo puedo decir: Gracias Señor por tu gracia! Gracias por Jesucristo... Porque gracias a El puedo ser libre de toda condenación! No porque con la sangre de Cristo tenga libertad para pecar, sino porque puedo vivir confiada de que cuando eso ocurra, puedo arrepentirme con sinceridad y esa sangre me limpia de todo pecado. La ley es sumamente importante, primero porque como dije en anteriores días, nos muestra el carácter de Dios; y segundo, porque el mismo Jesús dijo que no venia a abrogarla, sino más bien para hacerla cumplir; pero ciertamente el propósito de ella no es salvarme, sino mostrarme cuan pecador puedo llegar a ser y aún así, Jesús fue el sacrificio eterno por mi libertad, por mi perdón, por mi redención, por mi justificación. Gracias a El tengo vida, puedo acercarme confiadamente al trono de Dios, donde encuentro gracia y misericordia para el oportuno socorro... En fin, les digo algo, yo podría pasar horas, días, meses... La vida entera hablándoles de mi Jesús y escribiendo acerca de El; es impresionante como las teclas casi se presionan solas cuando comienzo a hablar de el; las ideas fluyen, todo se materializa, es que el es mi razón de ser, el motivo de mi existir... Quería mantenerme centrada sólo en la descripción de cada día de lectura conforme los fuese conociendo, pero no podía seguir leyendo y leyendo acerca de ley sin mencionar a mi Jesús, quien fue, es y siempre será la solución para el pecado del hombre, y por cierto, el amor de mi vida. 

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