viernes, 30 de septiembre de 2016

La Biblia en un año #Dia234

Alto de Adoración semanal...

¿Qué me ha gustado más del Libro de Ezequiel? Puedo responder sin dudas: La forma gloriosa en la que Dios se le apareció y lo llamó, yo misma estoy anhelando un encuentro sobrenatural con Dios de esa magnitud, y sé, que puede suceder. ¿qué es lo que he aprendido? Que cuando Dios te manda a hablar, debes hablar, pues solo somos instrumentos en manos del maestro. En este día vamos a leer un Salmo muy bello (Como todos), llamado: Anhelo por la casa de Dios. Si en algo puedo sentirme identificada con el salmista es que yo también siento un profundo anhelo por el Templo del Dios viviente,  que es columna y baluarte de la verdad. Pienso que todos los que hemos sido llamados al servicio de Dios, y a ser hoy día los sacerdotes y sacerdotizas ungidos para ministrar, sentimos ese deseo común por los atrios del Señor; y la verdad es que es muy dulce estar en su casa, celebrando con su pueblo. Sus moradas son amables y maravillosas, y hay mucha dicha y gozo allí, cerca de su altar. Bienaventurados los que habitan en su casa, pues perpetuamente alabarán el soberano nombre de Dios.

Que gusto y placer era para los israelitas caminar hasta Jerusalén para adorar a Dios en la santidad de su Templo, cuando cruzaban el Valle del Llanto se convertía en un lugar de manantiales refrescantes; hasta las lluvias de otoño los cubrían de bendiciones. Mientras más avanzaban hacia Jerusalén, más fuerzas tenían; y cuando llegaban al Templo, lo contemplaban a Él, al Dios verdadero. Porque nada se compara con la hermosa sensación de adorar a Dios en tu hogar, con tu familia, en el sitio que Él mismo levantó para habitar en comunión perfecta con el y con tus hermanos. Así he amado a mi Congregación, mi Emanuel, el lugar donde conocí a mi Jesucristo; y donde el mismo Dios nos ha brindado a mi, y a todos mis hermanos, calor, protección, honor y gloria. Ciertamente un solo día en sus atrios, ¡Es mejor que mil en cualquier otro lugar! Prefiero ser un portero en su casa que vivir la buena vida en un lugar donde no habite su presencia. Por cierto, desde pequeña he amado las Iglesias, en todos los estilos y en todos los tamaños, algunas pequeñas, otras más imponentes, algunas tradicionales, otras modernas, pero todas hermosas. Anhelo ir un día a Jerusalén y contemplar los vestigios del Templo de Dios, será como un sueño hecho realidad. 



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