martes, 27 de septiembre de 2016

La Biblia en un año #Dia231

                                                  Ezequiel 12-15

    Cuando estés siendo tratado por Dios, cuando ciertas situaciones puedan afligirte de alguna manera, cuando estés siendo como barro en manos del alfarero y tu fe esté siendo probada, puedes estar seguro de que Dios quiere ponerte como señal de su poder para impactar todo tu entorno. El Señor le pido a Ezequiel que le mostrara al pueblo como sería el cautiverio venidero, y para ello debía preparar su equipaje con las pocas pertenencias que podría llevarse un desterrado y salir de su casa para ir a otro lugar; esto debía hacerlo a plena luz de día para que todos lo vieran y salir como lo hacían los cautivos cuando iniciaban una larga marcha a tierras lejanas. Debía cavar un hueco en la muralla a la vista de todos y salir por ese hueco mientras todos observaban, cargando su equipaje sobre los hombros y alejándose en la oscuridad de la noche. Ezequiel tenía que cubrirse el rostro para que no pudiese ver la tierra que dejaba atrás. Cuando los israelitas le preguntaran al Profeta el porqué de sus acciones, él debía decirles que sus acciones contenían un mensaje para el rey Sedequías en Jerusalén, y para todo el pueblo de Israel, y que eran una señal para mostrar lo que pronto les sucedería a ellos, pues serían llevados cautivos al destierro. Hasta Sedequías se iría de Jerusalén de noche por un hueco en la muralla, cargando solo lo que pudiera llevar consigo; se cubriría el rostro y sus ojos no podrían ver la tierra que dejaba atrás. Luego el Señor dijo a Ezequiel que se estremeciera al comer su alimento y temblara al beber su agua, pues también sería por señal de que los que vivían en Israel y Jerusalén, con temblor comerían su alimento y con desesperación beberían su agua, porque la tierra quedaría arrasada a causa de la violencia de sus habitantes.

    En Israel había un proverbio que decía: “El tiempo pasa y las profecías quedan en nada”; pero el Señor dijo a Ezequiel que daría un nuevo proverbio en reemplazo de ese: Ha llegado la hora de que se cumplan todas las profecías; ya no habrá más visiones falsas ni predicciones aduladoras en Israel, Pues si yo el Señor, lo digo, sucederá. Ezequiel también debía condenar a los falsos profetas, aquellos insensatos que andaban en pos de su propio espíritu sin haber visto ni recibido nada de parte de Dios; todo lo que ellos anunciaban era mentira; sólo producto de su imaginación. Por haber engañado al pueblo, una fuerte tempestad caería sobre ellos y serían borrados de la lista de israelitas. Sus mentiras eran como una pared de piedras pegadas con yeso, pero esa pared se vendría abajo y ellos quedarían aplastados bajo el precio de sus propias mentiras. Las hechiceras también iban a ser reprendidas, mujeres que engañaban a pueblo con pulseras, velos y brujerías. El Señor iría en su contra y no se salvarían de su castigo. Si los israelitas pensaban que nada les ocurriría por adorar ídolos detestables estaban muy equivocados, pues tanto ellos, como los falsos profetas iban a ser destruidos, desterrados y eliminados. El castigo sería inevitable, todo país que pecare contra Dios, y que una y otra vez le fuese infiel, sería reprendido duramente. Cuatro castigos mortales serían el remedio para una Jerusalén obstinada y rebelde: la guerra, el hambre, las bestias salvajes y las enfermedades; con las cuales serían destruidos todos sus habitantes y sus animales. Jerusalén se había convertido en una vid inútil, y estaba muy lejos de ofrecerle a Dios lo único que Él esperaba: Frutos dignos de arrepentimiento. Como producto de esa inutilidad serían arrojados al fuego y el país quedaría desolado; su infidelidad había decepcionado demasiado al Dios todopoderoso. 


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