lunes, 19 de septiembre de 2016

La Biblia en un año #Dia225

                                                  Jeremías 46-49  

No podemos negar que si alguien es un buen ejemplo de excelente trabajador ese es Jeremías, no solo cumplió a cabalidad todas y cada una de las funciones que le fueron encomendadas, sino que nunca quiso poner fin a su "empleador" por muy difíciles que fuesen las circunstancias en las cuales realizaba sus tareas. además siguió firme, fiel y sin titubear cuando ya Judá se encontraba camino al precipicio, anunciando los dichos del Señor, por muy indiferente que fuese la respuesta del pueblo. Tal parece que otra de las cualidades de Jeremías, es que no dejó que su entorno lo afectara, él simplemente quiso hacer la voluntad de Dios, ¡Y lo hizo! Palabra de Dios vino a Jeremías acerca de las naciones, y al castigo que estas también recibirían por haberlo ofendido. respecto a Egipto profetizó un gran desastre, Naboucodonosor acabaría con el rey de Egipto y con todo su ejercito; cortarían a su pueblo como a los arboles, y toda la nación sería humillada. Los Filisteos también iban a ser llevados a la ruina junto con sus aliados de Tiro y Sidón, lo mismo que la nación de Moab; la espada del Señor no descansaría hasta cumplir su misión. Las ciudades de Moab serían dejadas en ruinas, tomarían presos junto con sus dioses, sus sacerdotes y sus oficiales, por confiar en su ejército y en sus muchas riquezas. Valles y llanos serían destruidos, la desgracia llegaría a toda ciudad, y ninguna de ellas se salvaría. 

La desgracia y la catastrofe también seguiría a los amonitas, quienes se habían apropiado de un territorio que pertenecía a los israelitas, y habían estado adorando dioses paganos allí; por eso, tanto en el terrotiorio de Amón, como en las ciudades vecinas arderían las llamas y quedarían en ruinas, y entonces Israel iba a echar de ahí a todos los que le robaron su tierra. Acerca de la nación de Edom, el Dios todopoderoso dijo que enviaría una terrible desgracia y que no les dejaría nada; Edom, se convertiría en la nación más débil del mundo, y todos la despreciarían; su caída sería tan terrible que se espantarían los que pasran por sus ruinas. Quedaría como Sodoma y Gomorra, y nadie volvería a vivir allí. Damasco también quedaría sin fuerzas, y se retorcerían de angustia y dolor; con fuego se prenderían los altos muros de esta ciudad, y en su momento sus guerreros caerían muertos en las calles. las tribus de Quedar y de Hasor, serían atacadas por Babilonia, y hasta ellos llegaría el desastre hasta que nunca más nadie pudiese vivir allí. La nación de Elam también sería hecha pedazos con terribles castigos y guerras entre ellos hasta que nadie quedase con vida. Una de las grandes cualidades de nuestro Dios, es su justicia, y si Él, aún amando como a sí mismo al pueblo de Israel, los hizo merecedores del castigo por sus pecados, no dejaría sin sanción a todas las demás naciones que habían irrespetado su santo su nombre. 

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