martes, 13 de septiembre de 2016

La Biblia en un año #Dia220

    Alto de Adoración semanal...

    Día 220... ¡Uff! ¿De verdad? Simplemente siento que no puedo creerlo; justo en estos días encontré una foto en mi teléfono del pasado 8 de enero cuando apenas empezaba este reto de lectura, y fue maravilloso ver hasta donde Dios me ha traído; estoy muy agradecida, y solo espero no desmayar y poder llegar hasta la meta. En estos días leyendo al Profeta Jeremías, me di cuenta de que, a diferencia de Isaías, Jeremías profetizó su mensaje cargado de lamento, tristeza y fuertes persecuciones. Lo primero, porque no podía dejar de sentir pesar ante la dureza de corazón de su pueblo y ante las noticias de la catástrofe venidera, y lo segundo, porque a pesar de que él sintiera todas estas cosas por sus hermanos, y rogara por ellos, solo se levantaron conspiraciones en su contra con el fin de exterminarlo. Con este toque característico de Jeremías en la narración de las Escrituras por inspiración divina, casi que tu también puedes sentir identidad frente a la afligida posición de este profeta llorón; y es que sin duda, estar en su lugar, no creo que sea algo que muchos deseemos. No obstante a todo esto, Jeremías se mantuvo fiel, firme, incólume ante las adversidades que acarreaban su labor, y aún con pesar en su triste corazón, cumplió a cabalidad su propósito: Advertir a Judá acerca del castigo por sus pecados, y aunque este pueblo se mantuvo indiferente ante el mensaje de Jeremías, la voluntad de Dios fue cumplida; porque una profecía dada por Dios, se cumple; quieras o no quieras aceptarla.

    En el Salmo N° 75, que leeremos hoy, el compositor dice: Yo siempre anunciaré y cantaré alabanzas al Dios de Jacob; y si alguien alabó y y anunció el nombre de Dios aún en medio de la angustia y de la calamidad, ese fue Jeremías; quien con una disciplina de oración sincera y efectiva, buscó siempre su refugio en el Dios que lo había llamado y sustentado. Dios está cercano a los que le temen, y eso, tanto el salmista, como Jeremías, lo sabían muy bien; podrá temblar la tierra con todos sus habitantes, pero quien le cree al Señor, mantiene firmes sus bases. En el tiempo en el que el Profeta estuvo anunciando los juicios de Dios, el Señor se encontraba listo para castigar a una nación que había escondido de Él su rostro, ellos recibirían su castigo y todos los malvados de la tierra tendrían su merecido; sin embargo, el poder de los justos sería aumentado, y Jeremías podía confiar en que el Señor estaría con él para librarlo de la mano de los malos, y para redimirlo de la mano de los fuertes. 

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