lunes, 12 de septiembre de 2016

La Biblia en un año #Dia218

    Jeremías 16-20

¿Cómo habrá sido este tiempo? En el cual un hombre se levantó en obediencia para dar un terrorífico mensaje de destrucción a toda una nación; trato de imaginarme a Jeremías, parado frente a las puertas del Templo en Jerusalén, pregonando sus predicciones en nombre de Dios, y siento que casi puedo ser testigo de las burlas, las maldiciones y las ofensas de las que tuvo que haber sido merecedor. Frente a una profecía hay dos opciones: Creer o no creer, y frente a cualquiera de ellas siempre se desprenderá una manifestación de conducta. El castigo de Judá se acercaba, y cuando Jeremías dijese al pueblo todas esas cosas, le preguntarían que tan mal habían ellos hecho para recibir tal reprensión de parte de Dios; y Jeremías debía decirles una vez más que habían sido infieles y habían rendido culto a dioses falsos, que abandonaron al Dios de sus padres y no obedecieron su Palabra; por lo tanto, serían expulsados de la tierra y los enviarían nuevamente a una tierra extraña donde no se les iba a conceder ningún favor. El corazón humano es lo más engañoso que hay, y es extremadamente perverso; solo Dios conoce sus verdaderas maquinaciones, y sabía muy bien que el pecado de Judá estaba escrito con cincel de hierro, y grabado con punta de diamante en esos corazones de piedra que se negaban a adorarlo; por eso recibirían su debida recompensa, y todo lo que merecían por la perversidad de sus acciones.

    Jeremías no había abandonado su labor como Profeta, y todo lo que habló, lo había recibido en la presencia de Dios; sin embargo, las amenazas y las confrontaciones no se hicieron esperar por parte de un pueblo que estaba siendo severamente enjuiciado por Dios, y que finalmente sería acabado. en medio de la persecución, el desaliento y el terror que éste mensajero pudo estar viviendo durante estos difíciles momentos, también experimentó la salvación y la confianza que el mismo Dios le proporcionaba; y es que, cuando el Señor nos encomienda una labor, nunca podemos dudar de que Él no nos llevará a un lugar donde su gracia y su poder no puedan sostenernos. Él es la fuente de agua viva en la que reposa toda nuestra esperanza, así de momento tenga que doler, y es así, en algunos momentos, tendrá que doler. En otro mensaje dado por Dios a Jeremías, lo envió al taller de un alfarero, y allí encontró al fabricante trabajando en el torno; pero la vasija que estaba formando no resultó como él esperaba, así que la aplastó y comenzó de nuevo. Después el Señor le dijo que de la misma manera que el barro estaba en manos del alfarero, así estaría Israel en sus manos; tendría que ser derribada y destruida, para poder ser hecha de nuevo. Jeremías, advirtió a todo Judá y a Jerusalén la Palabra dada por Dios, y les dijo nuevamente que abandonaran sus malos caminos e hicieran lo correcto; pero este pueblo, terco y rebelde,  le dijo: No gastes saliva, continuaremos viviendo como se nos antoja y con terquedad seguiremos nuestros propios malos deseos. Además, planificaron otro complot en contra de Jeremías para destruirlo y así acabar con sus mensajes; aunque fue el mismo Jeremías, quien muchas veces estuvo intercediendo por ellos delante del Señor y clamando para protegerlos de su enojo. Este pueblo había cavado su propia fosa, realizando actos de idolatría tan horrendos y despreciables delante de Dios, que ni el mismo pudo seguir soportando. Jerusalén y Judá iban a ser trastornadas, reducidas a ruinas, y masacradas; como una vasija de barro que cae al piso y se hace pedazos, así haría pedazos el Señor a la gente de Judá y de Jerusalén, de tal manera que no habría para ellos esperanza de reparación.

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