miércoles, 29 de junio de 2016

La Biblia en un año #Dia169

    Salmos 84-89


Que mejor regalo para los hijos de Dios después de la salvación de sus almas, que su presencia; que alegría para los que pueden permanecer en su casa cantando siempre alabanzas a Él. No hay refugio más seguro, ni lugar más precioso que los brazos del Señor; un solo día en sus atrios es mejor que mil fuera de ellos; y no lo digo solo porque la Palabra lo establezca, lo que me da suficientes razones para creerlo y vivirlo; sino porque en su presencia he encontrado todo mi deleite. No amo al Señor por compromiso, por obligación; porque adquirí con Él ciertos acuerdos que requieren necesariamente mi participación; lo amo por lo que ES, porque llenó todos mis espacios, porque superó todas mis expectativas, porque me alegra recibir de Él todas mis fuerzas y poner mi corazón en sus caminos. Pudiera seguir y seguir pero realmente la relación que tengo con Él es inefable; constantemente trato de escribir y escribir y escribir todo lo que Él significa para mi, y las palabras nunca son suficientes. Los que hacen de la presencia de Dios su habitación irán de poder en poder; porque sol y escudo es Dios para los que habitan perpetuamente en Él, gracia y Gloria les dará el Señor. Varios de los Salmos son muestra del anhelo ardiente de David por la presencia de Dios y por su intervención en todos los espacios de su vida; el Señor alegraba el alma de su siervo, y siempre estaba atento a la oración de sus ruegos; el deseo de David era honrar y glorificar para siempre su nombre. También es mi deseo. Aunque los soberbios se levantaran contra él, David clamaba al Dios misericordioso y clemente; quien hacía señales de bien para con él, lo ayudaba y lo consolaba. 

    El Señor libra a su pueblo de la muerte, redime el alma de los abatidos, éstas son palabras que todo venezolano con fe se alegraría de leer; no importa que tan densa u oscura pueda parecer la situación, Dios es Dios de TODO PODER. Día y noche claman a Él los que mantienen puesta en su nombre su confianza, y eso es algo que el Señor jamás ignorará; no importa que tanto pueda tardarse su respuesta, ciertamente responderá y nos salvará. Mi mamá acaba de decirme que está hastiada de ver tantos males en nuestro país, y éstas fueron exactamente las palabras del salmista Hemán en el Salmo 88; ciertamente satanás se ha levantado en contra de mi nación, trato de no escribir mucho acerca de eso porque prefiero concentrarme en que el Espíritu de Dios levantará bandera sobre él y lo declarará inoperante; y aunque sé que la crisis nos ha alcanzado, también sé, con plena certidumbre de fe, que el Señor no está ajeno ni indiferente a ninguna de nuestras carencias y necesidades; vendrá como poderoso gigante y los que nos persiguen no prevalecerán. El salmista declaraba haber caído en pozo profundo y tenebroso, afligido y enfermo, llamando cada día al Señor; como puede ser la situación actual de muchos o como muchos hemos estado en algún momento de nuestras vidas; pero Él vendrá y no fallará; estoy tan convencida de eso que ya lo siento llegar. Ninguna de las promesas de Dios ha fallado, y si garantizamos el cumplimiento de las mismas en relación a la integridad del que promete, entonces podemos estar totalmente seguros de que cumplirá. ¿Quien es como nuestro poderoso Dios de los ejércitos? El dueño de los cielos y también de la tierra y de todo lo que en ella habita; el que tiene dominio sobre la braveza del mar y levanta su brazo potente con misericordia. ¿Quien es como Jehová nuestro Dios? El es nuestro escudo y nuestro Rey es el Santo de Israel. El Señor confirmó su pacto con David aún cuando las circunstancias parecían no mostrar la certeza del mismo, pero Él fue fiel a su ungido, a su escogido; su verdad y su misericordia siempre estuvieron con él, aun en la actualidad, y en su nombre ha sido exaltado su poder. Dios sigue siendo el mismo que cumplió a David, a Abraham y a Moisés; tu sigues siendo su escogido, ¿Entonces? No hay razones para dudar de su fiel intervención hoy, mañana y siempre en nuestras vidas. No olvidará su pacto ni mudará lo que ha salido de sus labios. 


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