Job 35-37
Elihú prosiguió en su razonamiento, él confiaba en Dios y en la manifestación de su poder; en sus palabras dejó claro el conocer a Dios y se esforzó por "defenderlo" delante de las afirmaciones de Job, proveyendo argumentos sólidos acerca de su justicia; sin embargo, erró, al igual que los otros tres, respecto a la razón de la condición actual de su amigo. Seguramente por esto, las palabras de ninguno de estos cuatro hombres pudieron consolar a Job, definitivamente ellos no tenían las posibilidades de hacerlo; solo una palabra dicha por Dios podía aliviar el dolor en el corazón de Job. Elihú declaró que Dios era poderoso, pero que no despreciaba a nadie; no dejaba con vida a los malvados pero hacía justicia a los afligidos, y nunca quitaba los ojos de los inocentes; por lo tanto, si Job verdaderamente lo era, sería librado. Elihú pudo dar una más clara descripción de las cualidades insondables de Dios, proporcionando a Job la afirmación de que El respondería todas sus preguntas.
Elihú siguió describiendo la grandeza de Dios, y le dijo a Job que nadie podía cuestionar sus decisiones o declarar si el Señor había hecho algo mal o bien, pues, su poder y sus planes son mucho más grandes de lo que podamos comprender. Elihú exhortó a Job a que pudiera considerar los maravillosos milagros del Señor; quien hace que los relámpagos salgan de las nubes, y hace que las mismas se muevan con maravillosa perfección y destreza, El Señor hace que los cielos reflejen el calor como un espejo de bronce; por tanto, somos los hombres demasiado pequeños como presentar nuestros argumentos delante de El. Estoy tan de acuerdo con Elihú en este sentido... Fue el único de los hombres que al intervenir en la situación de Job, esbozó de forma tan hermosa la magnificencia de Dios y como sus hijos no debemos en ningún sentido cuestionar sus designios. Quizás Elihú desconocía la razón por la cual Job atravesaba tan terribles circunstancias, pero sin duda si sabía quien era Dios.
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