miércoles, 22 de junio de 2016

La Biblia en un año #Dia163

    Salmos 55-59


    David constantemente se enfrentaba a sí mismo con la necesidad de orar a Dios para ser librado de los ataques de sus enemigos; en estos Salmos elevó una plegaria pidiendo la destrucción de adversarios traicioneros, cantó a Dios cuando fue preso de naciones enemigas, levantó una plegaria para ser librado de los que lo perseguían, pidió el castigo de los malos y oró nuevamente para ser librado de sus enemigos. Vamos a reflexionar en algo, David aún antes de ser Rey había ganado aprobación y respeto, y luego, al convertirse en el Rey de la nación más poderosa en su época, reinaba sobre el pueblo amado de Dios, todo lo que hacía era prosperado en gran manera, era un gran hombre de guerra, y Dios estaba con él; ¿Para que más? Todo esto obviamente despertó celos y envidias; ¡Claro que iba a enfrentar oposición y enemistades! así como hoy día los grandes hombres de Dios, que deciden asumir grandes posiciones y retos para Él también la enfrentan. Sin embargo, David supo mantener la actitud correcta frente a estas situaciones, que no dejaban de ser angustiantes, alarmantes y desesperantes, pero él, sabía muy bien quien peleaba sus batallas. Fueron muchos los que se levantaron en contra de David con soberbia, pero, aunque sus enemigos quisieron oprimirlo y devorarlo, él pudo declarar: Dios está por mi. En medio de su alabanza convertida en esperanza, su alma era librada de la muerte y ni la más terrible de las persecuciones podían quitarle su deseo de confiar en Dios. Sencillamente, el Señor lo protegía y lo libraba de todos sus temores.  

    David clamaba al Dios altísimo y encontraba en Él su favor; hizo de la sombra de sus alas su amparo y su refugio seguro en cualquier tiempo de quebranto; si la infamia lo acosaba, el Señor desde los cielos enviaba misericordia y verdad y lo salvaba; aunque su vida estuviese entre leones, su corazón estaba dispuesto a cantar himnos y a levantar el nombre del Señor. Justo en esos momentos oscuros, David fortalecía su fe diciendo: Te alabaré entre los pueblos oh Señor, cantaré de ti entre las naciones. ¡Que dependencia tan absoluta! Aún en el momento de ser David perseguido por el Rey Saúl, quien procuraba su muerte; éste pudo adorar a Dios de forma sincera y clamó en búsqueda de su protección y salvación. En mi opinión, David acudía al Señor en cada escenario de su vida, sin importar que tan simple o elemental este pudiese parecer; realmente el Señor era el Dios de TODA su existencia; la dirección a seguir en cualquier encrucijada, y la fuente de las respuestas en cada momento de sed; cuanto más durante esos tiempos de angustia y de perturbación en los cuales los malvados se levantaban en su contra. Podía ser atacado, herido y lastimado pero nunca derrotado; su misma confianza y fe absoluta en Dios ya le garantizaban la victoria! Aún antes de que Dios pudiera librarlo, ya su alma hallaba reposo y eso es tener, para mi, más de la mitad de la pelea ganada. De manera firme y fiel dijo David: Yo, por mi parte, te alabaré en la mañana por tu poder y por tu amor. Tú eres el Dios que me protege; tú eres el Dios que me ama. Por eso te cantaré himnos, porque eres mi fortaleza, porque has sido mi refugio en momentos de angustia.


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