sábado, 11 de junio de 2016

La Biblia en un año #Dia156

    Salmos 19-24

    Hoy leeremos desde la herramienta que Dios nos proporcionó para dirigir nuestras vidas, hasta su papel como único y suficiente director de las mismas. La Palabra de Dios... Que gran regalo. Por toda la tierra salió su voz, y hasta el extremo del mundo sus palabras. El Libro sagrado y mas extraordinario de todos, que da testimonio del Salvador. La Ley del Señor es perfecta, que convierte el alma; su testimonio es fiel, que hace sabio al sencillo; los mandamientos de Dios son rectos, que alegran el corazón; su precepto de es puro, que alumbra los ojos. Deseables son las palabras del Señor más que el oro, y más que mucho oro afinado; y dulces más que miel, y que la que destila del panal. ¡En guardar su Palabra hay gran galardón!

    Alegría y gozo llenaban la vida de David cuando era librado de la mano de sus opresores y el Señor concedía el deseo de su corazón; a quien no, ¿cierto?. David sabía tener un corazón agradecido y humilde cuando Dios salía a su encuentro para salvarlo, cantando alabanzas a su nombre y reconociendo su poderío y majestad; la verdad es maravilloso cuando, así como a David, el Señor no nos niega las peticiones de nuestros labios y nos defiende de nuestros enemigos; cuando descansamos seguros en que, aunque maquinen perversidades en nuestra contra, no prevalecerán; así que, tal y como David, debemos cantar con alegría y engrandecer su nombre. El que espera en Él, es librado; el que confía a Él, no es avergonzado. 

    Jehová es mi Pastor; nada me faltará... Que enorme declaración de confianza y que gran Palabra de Dios resumida en este corto pero poderoso Salmo. Quizás, por no decir seguramente, el más conocido en el mundo entero. El es nuestro Pastor, y nosotros sus ovejas; una relación absoluta de cuidado, dependencia, dirección y autoridad que podemos tener con nuestro eterno Padre Celestial. Él conforta nuestra alma, nos guía por senderos de justicia, en lugares delicados nos hace descansar, su vara y su cayado nos infunden aliento; gracias a su presencia, el bien y la misericordia nos siguen todos los días de nuestras vidas y en ella, moraremos por la eternidad. Del Señor es toda la tierra y su plenitud; el mundo y los que en él habitan. ¡Él es el Rey digno de toda la Gloria! Jehová, el fuerte y valiente; Jehová, el poderoso en batalla; Jehová de los ejércitos... El es, ¡El Rey de Gloria!




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