jueves, 9 de junio de 2016

La Biblia en un año #Dia155

    Salmos 13-18


    Hay una matriz que de una forma u otra se mantiene en la lectura de hoy: las plegarias hechas por los salmistas pidiendo ayuda en tiempo de aflicción, y las plegarias pidiendo protección contra los opresores. Se parece mucho a la condición en la que podemos estar algunos pocos, o quizás muchos. Se que puede haber tristeza en algunos corazones frente a la insatisfacción de la crisis, el dolor y la angustia que inevitablemente se manifiesta en muchos escenarios de nuestro entorno, no obstante, debemos mantener firme la esperanza de nuestra fe y clamar a Dios por su misericordia. El es nuestra alegría y cantar a su nombre nos hace bien; por eso, aun en medio de las temporadas difíciles, la alabanza alivia todos los males. Muchos son los hombres que se han corrompido haciendo obras abominables, pues no tienen discernimiento los que cometen iniquidad, los que devoran los pueblos como si comieran pan; pero Dios está con la generación de los justos, con los que creen en su nombre. ¡Jehová es nuestra esperanza!

    Como herencia escogida por Dios, podemos mantenernos a salvo; El es nuestro dueño y nuestro refugio en tiempos difíciles. A los que caminan detrás de otros dioses se les multiplican los problemas, por eso no debemos alegrarnos en ninguna manera en lo sacrificado a ellos; solo Dios es nuestra copa de bendición, solo Él sustenta nuestro camino y protege todo lo que nos pertenece. Contar con la presencia de Dios y con su cuidado, nos da suficientes motivos para mantener el gozo y la paz; esa es la plenitud que se conoce a su lado, delicias a su diestra para siempre. Me gusta como la Palabra de Dios tanto en los Salmos, como en el resto de los libros, es generalmente redactada en una especie de símil con el campo jurídico, y como ÉL, además de ser nuestro abogado, también es nuestro Juez; el más justo de todos. El es quien nos defiende, quien al mismo tiempo prueba las intenciones de nuestro corazón; quien nos escucha cuando presentamos nuestra causa, y además, quien nos hace justicia. 

    Cuando Dios se levanta poderosamente y sale a nuestro encuentro para librarnos, nuestra alma se llena de gozo, y podemos honrarle por la victoria, tal y como lo hizo David en uno de mis Salmos favoritos; pues debo decir, que en tantos años no he podido decidirme por uno solo; vamos a ver si después de que termine de leerlos durante el reto me animo a hacerlo. El Salmo N° 18 es una declaración sublime de nuestra confianza en Dios; nuestra roca y castillo, ¡El mas hermoso Libertador! Mi escudo y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio. El oye nuestra voz desde su santo Templo, es nuestro apoyo en medio del quebranto; el que nos ciñe de poder y hace perfecto nuestro camino. Grandes triunfos da a sus hijos y hace misericordia con cada uno de sus escogidos. ¡Ese es mi Dios! 


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