jueves, 28 de julio de 2016

La Biblia en un año #Dia186

    Proverbios 14-17


    Seguimos con las formas de conducta del enriquecido hijo de Dios; hay muchos que pueden considerarse sabios en su propia prudencia, pero lo cierto es que, si nuestras determinaciones no están fundamentadas en la Palabra de Dios, solo iremos por el camino equivocado de la insensatez; así que, antes de pensar o decir esa opinión personal que tanto deseamos compartir, y que en tantas ocasiones queremos imponer, es mejor que vayamos primero a lo que Dios tiene que decir al respecto, y así, nos evitaremos a nosotros mismos, y a nuestro entorno inmediato, muchos malestares. El necio de corazón se hastía en sus caminos, pero el hombre de bien se contenta con los suyos. Cuando creemos a Dios, cuando tememos a Él, tenemos esa inclinación no natural, sino sobrenatural, de dejarnos dirigir en todo nuestro andar, y al hacerlo, podemos mantenernos apartados del mal y del pecado, con lo que bien aprovecharemos una vida de victorias, mientras que, el que decide vivir en sus propios términos, inevitablemente comerá del fruto de su insolencia. El temor a Dios es manantial de vida, y en el se encuentra la fuerte confianza; los ojos del Señor están en todo lugar, mirando las buenas conductas y también las malas; y a Él no le agradan las ofrendas de los malvados, pero recibe con gusto las oraciones del que guarda su Palabra. Lo más lamentable es que aquel que no acepta con humildad el ser disciplinado, no está creciendo en la gracia de Dios, y está construyendo su camino directo a la desgracia. Esa persona altanera, rebelde y orgullosa no quiere estar cerca de los sabios pues le incomoda la gente que ama el conocimiento, simplemente no están interesados en ese crecimiento pues su ignorancia es motivo de alegría; estar cerca de este tipo de personas sensatas los hace creer que están siendo cuestionados por su comportamiento, mientras que el sabio, al contrario, cada día desea aprender más y más, y acepta que para eso debe corregir su conducta. Por eso, si quieres ser sabio, acepta las correcciones que buscan mejorar tu vida; pues quien no las recibe, se daña a sí mismo, más el que las acepta, gana entendimiento. 

    Existen los planes humanos, y existen la respuesta de Dios, pues, aunque como individuos dispongamos muchas cosas en nuestros corazones, Dios siempre tiene la última palabra; además de que, todos los caminos a los hombres nos parecen limpios, pero el Señor es el único que tiene la facultad de pesar los Espíritus; así que, la decisión más sabia que podemos tomar, es dejar todo en sus manos y que sea Él quien haga nuestros anhelos realidad conforme a su voluntad. El Señor desea que podamos entender que aunque nosotros tomemos nuestras propias decisiones, es Él quien afirma nuestros pasos, y que nada podemos alcanzar o conseguir si Él no lo ha dispuesto de antemano para nosotros. A veces estamos tan obstinados en algo, que deseamos conseguirlo a como de lugar, sin pensar por un momento si realmente ese es el plan de Dios para nuestras vidas, como si saber su opinión o lo que Él piensa fuese el último punto en nuestra agenda, eso si es que lo llegamos a agendar; por eso cada día debe existir el anhelo en nuestros corazones de conocerlo más, y de permitirle a su Espíritu Santo que nos guía a toda verdad y nos otorgue el discernimiento suficiente para comprender sus propósitos con nuestras vidas; y créanme, una vez que los conocemos, si queremos hacer su voluntad y vivir en obediencia, solo desearemos cumplirlos. La sabiduría no tiene precio, y sus beneficios superan cualquier riqueza.






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