martes, 26 de julio de 2016

La Biblia en un año #Dia183

   Proverbios 1-4

    Hoy comienzo a leer el primer Libro que leí por completo cuando me convertí al Señor, ¡Hace 12 años! Y si, diré lo que dicen todos: Parece que fue ayer. Cuando llegué a la Iglesia donde conocí a Jesús, Iglesia donde me sigo congregando hasta estos días, mi amada Emanuel; también conocí a quien sería para ese momento la maestra de Escuela Dominical de la clase a donde yo pertenecía, quien luego se convirtió en una de mis mas grandes y queridas amigas; ella  ama este libro, y me animó a hacer con uno de sus ejercicios favoritos, leer un capitulo diario y compartir el versículo que mas nos gustaba de ese capitulo; de manera que, cada día durante un buen tiempo estuvimos haciendo esto y nos escribíamos por texto ese versículo que tanto nos había gustado, eran más las ocasiones en las que coincidíamos que las que no. Créanme que enseguida que llegué a este espacio de la Lectura de la Biblia, instantáneamente recordé aquella bonita y edificante costumbre. Salomón escribió más de tres mil Proverbios y cinco mil poemas, creo que siendo el hombre más sabio del mundo pues tenía mucho para dar y decir, y así fue; sin embargo, toda su vasta sabiduría pudo resumirla en el principio más eficaz: El temor a Jehová, el ingrediente perfecto para poder tener un camino prudente, sensato y lleno de bendiciones. Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza, pero los que temen a Dios desean atesorarlas y vivirlas.

    El mismo Salomón fue sabio al responder a Dios de manera agradable en aquel tan extraordinario ofrecimiento cuando ocupó el trono en Israel, "Pideme lo que quieras y yo te lo daré"; "dame Señor corazón sabio y entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo"; y agradó tanto a Dios esa respuesta, que Salomón recibió lo que pidió y MÁS. Hoy mismo enseñaba a los jóvenes de esa clase, donde años atrás me había encontrado con esa maestra, amiga y hermana, y en la cual, ahora tengo el compromiso de predicar, y les decía que ser sabio es algo así como saber lo que se tiene que hacer, saber como hacerlo, y finalmente, hacerlo; y si alguien estaba consciente de esto, ese definitivamente era Salomón. Estos proverbios se escribieron con el propósito de entender doctrina y conocer razones prudentes, para obtener sagacidad, inteligencia y cordura; para aumentar nuestro saber y adquirir consejo; para entender las palabras de los sabios y sus dichos profundos; y todo esto se resume en: Obedecer a Dios y seguir sus mandamientos. Si recibimos sus Palabras y guardamos su Ley, si estamos atentos a la sabiduría, e inclinamos nuestro corazón a la prudencia; si como a la plata buscamos su Palabra y como un tesoro la escudriñamos, entonces entenderemos el temor de Jehová y hallaremos el conocimiento de Dios.

    En la sabiduría se halla el tesoro de ser orientados por Dios, de comprender su propósito y su voluntad; a través del conocimiento pleno de sus palabras podemos ser exhortados y corregidos, pues, la grandeza de la sabiduría en si, es estar conscientes de que no podemos hallar la sensatez en nuestra propia opinión, sino, en el respeto a lo que Él ha declarado y establecido de antemano para nuestras vidas; en la verdadera obediencia y fidelidad a sus Escrituras. Jehová con sabiduría formó la tierra, con su ciencia los abismos fueron divididos; por eso, cuando estés siendo enseñado por Dios, dirigido y en ocasiones, hasta reprendido, no lo menosprecies, Él es el mejor maestro que podemos tener, y bienaventurado es el hombre que halla sabiduría y que obtiene inteligencia. El consejo de Dios es vida a nuestra alma, y gracia a nuestro cuello; siguiendo sus mandamientos podemos andar por el camino confiadamente y sin tropezar, pues herencia de los sabios es la honra. Salomón fue levantado e instruido en el temor a Dios y en la sujeción a su Ley, por eso dijo: Yo aprendí de mi padre (David) a retener en mi corazón las razones del Señor y a guardar sus mandamientos; por eso conoció los beneficios de la sabiduría, y hoy, nosotros también tenemos la grandiosa oportunidad de recibir un aprendizaje significativo de las palabras de nuestro padre y guardarlas en nuestro corazón, porque ellas son vida a los que las hallan, y medicina a todo su cuerpo. Así que, oye hijo, la enseñanza de tu Padre Celestial y mantente atento para que conozcas cordura, no desampares su Ley. 


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