jueves, 14 de julio de 2016

La Biblia en un año #Dia178

    Salmos 128-134


    El peregrinaje continúa, y estos viajeros no sólo experimentaron la felicidad de poder regresar a Jerusalén para sus festividades anuales, sino que aún en medio del camino, disfrutaron de la presencia de Dios. Esto es aún mejor que regresar a cualquier lugar, ¿cierto?. Este domingo recibí en el servicio dominical de mi iglesia, una clase MAGISTRAL acerca de los beneficios de la sangre de Cristo, la predicadora no perdió mi atención ni un solo segundo; no es sólo el hecho de ser salvos, regalo que es ya lo suficientemente incomparable y maravilloso, sino que realmente el hombre temeroso de Dios disfruta de grandes bondades; la bendición del Señor alcanza a nuestra familia, a nuestro trabajo, a nuestros propósitos personales; recibimos su ayuda en medio de nuestras luchas con nuestros adversarios, y en su mano obtenemos la victoria. Gracias a ÉL somos redimidos, limpios de nuestros pecados y comprados a precio de sangre; ¡La sangre más preciosa! El salmista dijo: Si tu Señor, mirares los pecados, ¿Quién podrá mantenerse? Que bueno que Él nos regala ese gran amor sin condición, y que en su nombre hallamos el perdón. Podemos esperar en nuestro Dios   porque en ÉL hay amor inagotable; su redención sobreabunda, Él mismo nos redime de toda clase de pecado. 

    La forma en la que debemos descansar en el Señor, es la misma forma en la que un niño pequeño toma la mano de sus padres al cruzar la calle; los niños son nobles, honestos, fieles, no por nada el Señor dijo que a ellos pertenecía el reino de los cielos; con total apego debemos creerle a Dios y acallar nuestra alma en Él, tal y como los niños pequeños dependen de sus padres con total y absoluta seguridad; ir confiados por el camino como estos viajeros que cantaban: Estoy tranquilo como un niño en los brazos del Señor. El peregrinaje de nuestra vida suele ser muy difícil, yo lo defino como una carrera con obstáculos; pero cuando tomamos la mano de Dios y dependemos de su fuerza y su poder, podemos andar seguros. El Señor escogió a Jerusalén para habitar para siempre, para establecer allí su Santo Templo y para hacer reinar a David y a sus descendientes sobre su pueblo; mientras los israelitas iban de camino a la tierra Santa del Señor, descubrieron la inmensa riqueza del amor fraternal y de la unidad de lo hermanos, otros de los grandes beneficios de los cuales hablábamos en principio: bendición y vida eterna. Cada vez que se entona esta canción en alguna Iglesia produce ese gran estimulo de armonía en la familia de Cristo que todos podemos disfrutar, cuanto más lo habrá producido en estas familias judías de camino a su lugar de adoración; parece ser una bella escena digna de imaginar, ¿no?, de verdad que no hay nada como esa comunión solida en el Espíritu a través de la cual se llena de alabanzas el trono de Dios. En este punto de la lectura me siento; Conmovida.  


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