martes, 12 de julio de 2016

La Biblia en un año #Dia177

Salmos 120-127


    A pesar de que en este día leeremos 8 capítulos de la Biblia, realmente el contenido es bastante corto; y es que lo que dicen estos 8 Salmos en su totalidad puede resumirse fácilmente: El Señor es nuestro protector. Estos cánticos graduales o canciones de ascenso, eran las cantadas por las familias israelitas durante su peregrinaje y subida hacia el Templo en Jerusalén, y describen el anhelo de los judíos por encontrarse con su Dios y experimentar su gozo, su paz y su protección. De camino a ese encuentro con Dios los israelitas confiaban en que el Señor era su guardador, su sombra a su mano derecha; el sol no los fatigaba de día ni la luna de noche, pues el Señor guardaba su alma de todo mal y protegía su entrada y su salida por siempre. Yo nací en una ciudad bastante, bastante pequeña, un pueblo dentro del llano venezolano, mi pequeño paraíso: Valle de la Pascua; muchos en mi entorno bromean con el hecho de que tengo una especial identidad con este lugar, ¿Y como no? Si es el lugar donde crecí, viví, me formé; donde está mi familia, donde creí en el Señor y conocí el calor de una familia en Cristo, donde todo me es familiar, donde todo lo conozco, en fin, es mi hogar; sin embargo, al crecer, realicé mis estudios universitarios en otra ciudad un poco más lejos y que era totalmente diferente a lo que estaba acostumbrada; mientras estaba allí estudiando siempre estaba extrañando mi pueblito y todas sus maravillas, y cuando venía de vacaciones o de fin de semana experimentaba el sentimiento más excepcional: Volver a casa. Esto es algo que sólo los que han vivido lejos pueden entender; David decía: Me alegré con los que me decían: a la casa del Señor iremos; había una emoción hermosa y particular en todos aquellos judíos que podían también volver a casa, a la ciudad de Jerusalén, el punto de reunión de toda la comunidad de Israel. Todas las tribus llegaban hasta allí para adorar a Dios tal y como él lo estableció desde el principio; ellos amaban esa ciudad, amaban el Templo del Señor y amaban reunirse a celebrar sus fiestas y sus encuentros con Él. Así que los judíos celebraban allí su Pascua, y yo tengo la mía; mi Valle de la Pascua. Jaja.. Identificada al doble. 

    Durante estas peregrinaciones, los viajeros cantaban al Señor y alzaban su mirada al cielo aguardando por su misericordia; el Señor protegía a su pueblo, y así como Jerusalén tenía montes alrededor de ella, así estaba la presencia del Señor alrededor de sus hijos. Cuando este pueblo permaneció cautivo en Babilonia durante setenta años, siempre mantuvo firme el anhelo de: regresar a su tierra, a Sión; y cuando finalmente pudieron hacerlo fue como un sueño hecho realidad! se llenaron de risa y cantaron de alegría; pues nada se compara con la gran emoción de: volver a casa. Aunque hayas estado por mucho tiempo lejos de las personas que amas, de tus raíces, de tu cultura, de lo que conoces y con lo que te identificas; al volver sientes ese gozo indescriptible y esa paz que solo puedes tener en el lugar donde perteneces. Así como eran llenos esos arroyos en el desierto del Neguev, eran llenos los corazones de los judíos que finalmente podían regresar. Yo realmente amo esta historia, y aunque siga insistiendo en que no puedo tener solo un Salmo favorito, este de verdad siempre lleva la delantera. Así pienso que sentiré cuando me vaya con Cristo, cuando me lleve a mi casa, a mi Patria celestial; no importa cuanto haya tenido que padecer estando aquí de peregrina, lo que realmente importa es que pronto estaré en mi hogar, a su lado para siempre. En este punto de la lectura me encuentro: Feliz. 


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