martes, 15 de mayo de 2018

Éstos días en Venezuela

Es innegable que satanás se ha levantado durante los últimos años en contra de esta nación con un solo objetivo: Hurtar, matar y destruir. Y mientras los días pasan, y el Señor muda los tiempos para entregar en nuestras manos la victoria que ya Él ganó para nosotros, sus manipulaciones se han intensificado cada vez más. De cara a unas nuevas elecciones presidenciales, fijadas en el mas tenso de los ambientes políticos y sociales, y en medio de una lucha que parece similar a la de David contra Goliat, los venezolanos, y los creyentes sobretodo, nos encontramos a la expectativa de lo que para mi, en una opinión muy personal, está a punto de suceder. He orado a Dios como lo dicen las Escrituras: Con ruego y súplica delante del trono celestial. He clamado por un milagro que permita la libertad y la sanidad total de mi nación. He intercedido cada día, cada mes, cada año con la firme convicción de que Dios no ha terminado con nosotros. Y sé que la gran mayoría de mis hermanos en todo el país lo han hecho con más fuerza y vigor. Aún cuando el panorama parece ser más confuso, cuando la tormenta ha arreciado cada vez más, cuando la destrucción parece haberse apoderado de casi todo alrededor, he seguido anclada a mi única esperanza. He rechazado las pretensiones de satanás, lo he desafiado por la Palabra de Dios, y he reprendido su mover en esta tierra, porque NO le pertenece. Y hoy, cuando aún el futuro terrenal de Venezuela permanezca incierto, la paz de Jesucristo que gobierna sobre toda contingencia humana y gobierno de este mundo, dirige mis pasos hacia una sola verdad: Él es el Dios de todo poder y ha prometido no dejar caído al justo para siempre. Los creyentes venezolanos tenemos que mirar esta situación desde una sola perspectiva, y es la establecida en la Palabra de Dios. La misma, es que nuestros enemigos no son de carne y hueso, sino gobernantes malignos y autoridades del mundo invisible; fuerzas poderosas de este mundo tenebroso y espíritus malignos de los lugares celestiales. Cada día que pasa, satanás intentará ganar más terreno, y levantar aún más fortalezas y argumentos falsos en contra de ti y de los planes de Dios. Pero con el poder del Espíritu Santo, que levanta bandera de victoria sobre él, tenemos la potestad de derribar, frustrar y arruinar todas sus ataduras y manipulaciones. El poder lo tenemos los hijos de Dios, no satanás. Por eso quiere distraerte y desanimarte para que no te levantes en fe y dejes de luchar. Porque sabe que está perdido. Porque sabe que no puede ganar. Porque sabe que se mueve sólo si el mismo Dios le da el permiso de hacerlo, y porque está consciente de que aunque durante mucho tiempo ha estremecido y sacudido esta nación, ha llegado la hora de dejarla en paz. No te dejes amedrentar, la bendición está por llegar.

El Señor que te hizo y que te ayuda, dice: No tengas miedo, oh Jacob, siervo mío, mi amado Israel, mi elegido. Pues derramaré agua para calmar tu sed y para regar tus campos resecos; derramaré mi Espíritu sobre tus descendientes, y mi bendición sobre tus hijos. Prosperarán como la hierba bien regada, como sauces en la ribera de un río. Isaías 44:2-4


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