martes, 7 de agosto de 2018

No a la religiosidad

Si tuviera hambre, no te lo diría a ti, porque mío es el mundo entero y todo lo que hay en él. ¿Acaso me alimento de carne de toro? ¿Acaso bebo sangre de cabra? Haz que la gratitud sea tu sacrificio a Dios y cumple los votos que le has hecho al Altísimo. Luego llámame cuando tengas problemas, y yo te rescataré, y tú me darás la gloria. Salmos 50:12-15


Del Señor es la tierra y su plenitud y todo cuanto en ella habita. A través de las palabras del salmista, el Señor afirma no necesitar nada del hombre, porque el dueño y Señor de todo lo creado es Él. Incluso, de nosotros mismos. Por eso dice no necesitar sacrificios sin sentido, u ofrendas quemadas, ni toros, cabras, o pájaros, refiriéndose a la forma en la que el pueblo se acercaba a él cuando realmente se olvidaba del significado de ese sacrificio. El sentido de todo sacrificio, ofrenda o servicio para Dios, es mostrar con acciones que anhelamos seguir al Señor de todo corazón, pero no funciona o no es recibido por el Señor, si por el contrario, nuestro corazón no está con él o para él. Es posible que el pueblo de Dios, fingiera acercarse a su presencia a través de actos o ritos, pero en el fondo podían estar llenos de maldad. Quizás conocían el contenido de la Ley con el intelecto, pero no se sujetaban a ella. También nosotros podemos caer en este error, cuando no vivimos conforme a la perspectiva del Señor, y cuando no cumplimos los votos que le hemos hecho. Podemos errar el blanco cuando intentamos hacer más para Dios creyendo que con eso podremos acercarnos más a Él y obtener sus beneficios, cuando muchas veces las mismas cosas que intentamos hacer en su nombre, realmente nos separan de su presencia. 

Este salmo nos muestra que Dios acusa a quienes prefieren los rituales a la obediencia, y a los que desean adorar de forma externa y no interna. Una cosa es cierta, el Señor anhela bendecirnos, como un buen Padre que satisface la necesidad de sus hijos, Él promete prosperarnos y darnos sanidad, herencia, quiere sentarnos en su mesa y saciarnos con la grosura de su casa y con todas sus delicias, pero ANTES dice claramente: Haz que la gratitud sea tu sacrificio, dame tu alabanza, cumple tus promesas, entonces podremos invocarlo en el día de la angustia y él nos librará y nos rescatará. No debemos pasar por alto los sí condicionales de Dios, a través de los cuales nos ofrece ciertos beneficios a cambio de una manifestación positiva de conducta, es decir, a cambio de obediencia. Él dijo a Israel: Ahora, pues, SI diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. (Éxodo 19:5). El Señor no atiende a la apariencia de religiosidad, a los ritos, o a las necesidades sino a la FE genuina, a la confianza y a la obediencia incondicional que solo puede surgir de una relación de dependencia ABOSOLUTA a a su presencia, entonces y solo entonces, podremos invocar el nombre del Señor y el vendrá a salvarnos. 



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