Cuando los filisteos atacaron por segunda vez a David, después de empezar a reinar sobre todo Israel, Dios le dijo que no subiera hasta donde ellos estaban para pelear, sino que los rodeara para atacarlos por la retaguardia cuando llegara a los árboles de bálsamo. De igual manera, cando Israel iba a conquistar Jericó, le dijo a los judíos que marcharan alrededor de la ciudad una vez cada día durante 6 días, y que al séptimo, dieran un total de 7 vueltas, y gritaran con todas sus fuerzas al sonido de las trompetas para que cayeran los muros de la ciudad. ¿Por qué se toma Dios el tiempo de darte instrucciones tan exactas acerca del procedimiento a seguir? ¿Será que no puede simplemente destruir a los enemigos de forma inmediata sin tantos rodeos? Por supuesto, pero quiere que demuestres tu fidelidad y que eres capaz de hacer exactamente lo que Él te dice y como te lo dice.
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En ambos casos, la victoria para Israel la ganó su OBEDIENCIA, al hacer conforme a lo que el Señor mandó. Los líderes (David y Josué) consultaron a Dios, Él les dijo como actuar, y ambos hicieron tal y como el Señor se los había ordenado. Jesús también derrotó a Satanás con su obediencia en la cruz y hoy, la fórmula para el éxito sigue siendo la misma: Hacer la voluntad de Dios. Asegúrate de estar haciendo hoy justamente lo que el Señor te dijo que hicieras y en la forma en la que te dijo que lo hicieras; no lo que consideres mas indicado para el momento, lo que otros te digan, o lo que a otros les haya dado resultados favorables, sino LO QUE DIOS TE DIJO A TI. Porque nada mueve más la mano de un Padre (En la tierra y en el cielo) que la obediencia de sus hijos.
Si obedeces al Señor tu Dios en todo y cumples cuidadosamente sus mandatos que te entrego hoy, el Señor tu Dios te pondrá por encima de todas las demás naciones del mundo. Deuteronomio 28:1
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