lunes, 12 de marzo de 2018

Lo haré

Trabajen de buena gana en todo lo que hagan, como si fuera para el Señor y no para la gente. Recuerden que el Señor los recompensará con una herencia y que el Amo a quien sirven es Cristo. Colosenses 3:23-24

El único mecanismo de superación que conozco es el trabajo duro. Si queremos estudiar, si queremos emprender, si deseamos servir, debemos trabajar. Hace algún tiempo le dije al Señor Jesús que ya no le diría que no, a menos que estuviese completamente imposibilitada para hacerlo. No te digo que hagas lo mismo, pues fue algo muy personal y voluntario, pero si te sirve, tómalo de parte de Dios. De esa forma entré en una dinámica de adoración y servicio en todo cuanto podía, y a veces, hasta en lo que no. (porque si tu no puedes, Él hace que puedas). A toda propuesta respondía con un sí. Quieres evangelizar, si; quieres dirigir el servicio, si; quieres orar por los enfermos, si; quieres participar de una célula, si; quieres limpiar la Iglesia, si; quieres dar un mensaje, si; quieres hacer una visita, si. Y así fui diciendo que si a un sin número de propósitos, actividades, planes y estrategias con el único objetivo de dejarme usar por Dios, aún cuando para el momento no conocía a profundidad mi llamado. Porque el Señor Jesús no cuenta con la gente que dice que quiere hacer algo, sino con la que lo hace. Hace poco, unas hermanas de mi Iglesia me contaron acerca de una propuesta que les hicieron a ambas para participar en un nuevo Ministerio de discipulado infantil; ellas tenían tiempo sirviendo al Señor en esta área, pero Él las estaba llamando por más. Era una obra exigente, donde debían trabajar a tiempo completo, y formar a muchos niños en la Palabra de Dios, la mayoría de ellos en situación de calle. Ellas me pidieron un consejo, y me preguntaron que pensaba yo al respecto. ¿Que creen que les dije? "Digan que si", fue mi respuesta inmediata. Ya ellas la sospechaban de hecho, creo que solo vinieron a mi, para que de algún modo les confirmara algo que ya sentían en su corazón. Les hice dos preguntas además: ¿Le han dicho al Señor que quieren servirle? Si, respondieron las dos. ¿Aman a los niños y quieren trabajar con ellos? Si, dijeron aún con más fuerza. Entonces no veo razón por la cual deban dejar pasar ésta oportunidad, les dije. Dios llama a gente interesada, dispuesta, ¿Con temores? Si, pero con valentía y carácter para actuar. Quizás le has dicho a Dios que deseas trabajar en alguna área del Ministerio, y cuando llega una invitación a tu puerta, inmediatamente dices que no. Porque no cumple con tus expectativas o porque simplemente dejas que cualquier excusa te paralice. Quizás también has pedido a Dios que te use, pero estás esperando que se te aparezca otra zarza ardiente de donde salga la voz del Señor diciendo tu nombre. Querido hermano, Dios puede estar llamándote de muchas maneras a hacer o a emprender algún reto para Él, para poder cumplir los sueños que han nacido en su corazón para ti. Así que abre tus oídos espirituales, ora y pídele que te de algún espacio donde puedas empezar a servir, así no sepas en principio como hacerlo. Eso irá abriendo las puertas para que en medio de la obra, por fin descubras el lugar que Él ha diseñado para usarte, y para entregarte el Ministerio que ha construido para ti. Esas hermanas de las que les hablo, aceptaron el llamado. Y están trabajando arduamente por sembrar el reino de Dios en cada niño que reciben a diario. Y yo, no podría sentirme más feliz y más animada por ellas y por la obra de sus manos. 

¡Sirvele!







No hay comentarios:

Publicar un comentario