miércoles, 20 de marzo de 2019

Dios guarda silencio


Durante mucho tiempo el Señor se mantuvo hablando a su pueblo a través de los Profetas, que eran hombres especiales a quienes él escogía para dar su mensaje y a través de los cuales se escribió su Palabra. Sin embargo, después del último de ellos que encontramos en el AT, el Señor guardó silencio durante 400 años hasta el acontecimiento más esperado por Israel: El nacimiento de Cristo. Este tiempo de silencio fue precedido por una conducta muy reprochable de parte del pueblo, ellos habían vuelto de la cautividad pero seguían reincidiendo en los mismos pecados que los apartaban de Dios. A través de Malaquías, el Señor les advierte que se arrepientan y PREPARA en silencio el escenario para la llegada de quien los salvaría de sus pecados y los traería de nuevo a Dios.
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Existen periodos o temporadas en los que nos parece no estar escuchando a Dios, donde sentimos que Él ha escondido de nosotros su rostro y nos ha puesto “en espera”. Quizás no entendemos porque debemos atravesar esos espacios en donde no es tan fácil esperar a que Él actúe a nuestro favor y nos salve. Pero así como durante mucho tiempo el Señor estuvo callado, preparando y procesando a Israel para su liberación, también nos prepara a nosotros para llevarnos del silencio a nuestra mejor temporada. Todo tiempo de espera, o de pausa en la vida de los que creen, debe suponer necesariamente un tiempo de crecimiento espiritual, un tiempo de orden, y de alinearnos a los propósitos eternos por los que fuimos diseñados. El no calla por capricho, o para atormentarnos, al contrario, es para que aprendamos a depender aún más de Él y para que confiemos en que lo que vendrá, será mayor a lo que perdimos. Después del silencio en el registro bíblico de la voz de Dios, apareció Cristo, y de igual forma, todo silencio o desierto en nuestras vidas, es para llevarnos directamente a los pies de Jesús y a las bendiciones que tiene listas y aguardando por nosotros. 

Cuando llegó el día señalado por Dios, él envió a su Hijo, que nació de una mujer y se sometió a la ley de los judíos. 5 Dios lo envió para liberar a todos los que teníamos que obedecer la ley, y luego nos adoptó como hijos suyos. Gálatas 4:4

1 comentario:

  1. Que bella eres Cris, ayer hoy y siempre ! Saludos desde Chile, DTB !

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