miércoles, 2 de agosto de 2017

TOMA TU POSICIÓN


Si te quedas callada en un momento como este, el alivio y la liberación para los judíos surgirán de algún otro lado, pero tú y tus parientes morirán. ¿Quién sabe si no llegaste a ser reina precisamente para un momento como este? Ester 4:14

Cuando algunos de los judíos decidieron permanecer en Persia luego del exilio babilónico, enfrentaron una seria conspiración en su contra, hasta el punto de casi ser destruidos. Lo que trajo ese 'casi' fue la intervención de Ester, una bella judía, huérfana, que Dios había levantado como reina en esa nación. Cuando Ester decide entrar en la presencia del Rey para interceder por su pueblo, ya había sido advertida de que, si los judíos eran asesinados, ella también lo seria. Entonces Ester, decidió orar y ayunar junto a todo su pueblo durante tres días, y puso en marcha su petición ante el Rey. Una vez que Ester entró en su presencia, rogó e imploró de rodillas por su nación, por lo que finalmente, tanto ella como su pueblo fueron salvados. Luego de esto, los judíos decidieron celebrar una fiesta en honor a la victoria; fiesta llamada Purim, y que celebran aún en la actualidad cada año, para conmemorar el milagro que Dios hizo a su favor. 

Hoy, en Venezuela, el protagonismo de los hijos de Dios sigue siendo el mismo que en la antigüedad: Entrar en la presencia del Rey y clamar por un pueblo que indudablemente, satanás quiere destruir. Y se hace apremiante tomar nuestra posición como reyes y sacerdotes, pues sino nos atrevemos a intervenir en momentos como este, el lamento será aún mayor. No podemos simplemente ver los toros desde la barrera, sino decidirnos a ayudar a nuestro pueblo. Este es el tiempo de las Ester, de los Daniel, de los José, de enfrentar el reto y derrotar a los enemigos, pues para eso es que nos ha establecido nuestro Dios en esta nación. Así como ellos, somos instrumentos en manos del Señor para bendición de nuestras generaciones, por eso, no podemos estar solo de paso, como simples espectadores de la tragedia. Con oración y ayuno, entremos en la presencia del Rey, pues Él también hoy, puede conceder nuestra petición y salvar nuestro pueblo. 

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