miércoles, 21 de junio de 2017

Jesús es Salvación

Todo el mundo, desde oriente hasta occidente, respetará al Señor, al ver su majestad, porque él vendrá como un río crecido movido por un viento poderoso. Isaias 59:19 (DHH)

Cada día asciende el número de muertes en mi país, la violencia se incrementa y los enfrentamientos entre civiles y militares es cada vez mayor. La verdad mi corazón se estremece cada vez que tengo conocimiento de la perdida de un nuevo joven, que se suma a una lista fúnebre y dolorosa, al que algunos llaman héroe, mientras otros llaman traidor. Mientras todo esto ocurre, la Iglesia de Jesucristo debe mantenerse incólume y seguir peleando la buena batalla de la fe, atrayendo la presencia de Dios a todos los espacios de esta nación para que pueda ser sanada. Quizás, así como relata Isaías, la maldad ha crecido tanto en Venezuela, que la ha separado de Dios; muchos, usados por el enemigo, tienen las manos llenas de sangre inocente por todos los crímenes que han cometido. Cuando el profeta emplazó a Israel con sus verdades, les dijo que estaban llenos de maldad trayendo muerte a todos, que vivían haciendo el mal y estaban enredados en la violencia. No eran gente de paz, ni había rectitud en sus acciones, tenían la conducta torcida y nadie decía la verdad. He visto con dolor como estas conductas se han posicionado también en mi nación, y como también el pueblo gime con la perversidad de los que están en el poder; como hay familias desintegradas a causa de los que han escogido el camino del mal, únicamente inducidos por el enemigo de nuestras almas. Y me he levantado a decir: ¡Sálvanos Señor! Porque hemos pasado largas temporadas llorando y esperando ser restablecidos y restituidos en todo lo que nos ha sido quitado. Es hora de reclamar nuestra nación para el reino de los cielos, y de clamar al Dios todopoderoso por su intervención divina. Sólo Él puede ordenar: No más, ha llegado la hora de actuar a su favor. Porque cuando estás allí, entre la espada y la pared, y pareciera que tu bienestar a nadie importa, cuando has sido disminuido y rechazado, cuando incluso han ofendido tu integridad, el Espíritu Santo de Dios levanta bandera sobre ti para cubrirte, salvarte y sanarte de todo dolor. Venezuela bella, mi amada... Como me duele tu dolor. Por eso sigo rogando y esperando por el fuerte resplandor del sol de Justicia sobre nosotros, porque Él vendrá a rescatarnos, y a cambiar nuestro lamento en canción. Todo el mundo, desde el oriente hasta el occidente, respetará al Señor, al ver su majestad, porque Él vendrá como un río crecido movido por un viento poderoso. Vendrá como redentor de Venezuela y de todos sus descendientes. 

¡Ven Señor Jesús!


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