martes, 7 de marzo de 2017

Sigue su camino

Porque ¿Quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? Romanos 11:34


Muchas veces no sabemos hacia donde Dios lleva, pero esa no debe ser una razón para no ir; pues si vamos de su mano, jamás nos perderemos. La Palabra de Dios establece que así como son más altos los cielos que la tierra, sus pensamientos son más altos que los nuestros, y sus caminos más altos que nuestros caminos; quiere decir que estamos muy lejos de poder comprender la mente de Dios. El Rey David, quiso construir una casa para el Arca del pacto, un Templo de adoración a Dios; y aunque esto fuese una iniciativa muy hermosa y loable de parte del máximo líder de Israel, Dios le dijo que no sería él quien le construyese ese lugar de adoración sino su hijo Salomón. Dios tenía otros planes para David que él mismo no podía llegar a comprender con su mente humana, pero lo que si pudo hacer, fue creerle a Dios y obedecerle. Rendirse delante de la presencia del Señor y asumir que había sido creado y puesto en ese nivel de autoridad para hacer la voluntad de Dios y no la suya. En ocasiones esto parece ser algo muy difícil de hacer, a veces algunos podrían considerar que Dios está sometiéndonos a la renuncia de nuestros propios sueños, más no es así, porque cuando deseas adorar a tu Padre de forma incondicional, entiendes que tu propósito en esta tierra es dejarte conducir por Él. El mismo David escribió magistralmente: Jehová es mi Pastor; nada me faltará. El sabía que el Dios todopoderoso era el Señor de su vida, y su director; por eso confiaba en que a su lado, permanecería seguro. Las ovejas oyen la voz del Pastor y lo siguen, sin preguntar, sin mirar atrás, sin sugerir un camino diferente, más cómodo o menos largo; simplemente lo siguen, pues ellas saben que si van en dirección hacia él, no se perderán jamás. Nuestro Pastor conforta nuestras almas, y nos guía por sendas de justicia; aunque pasemos por el valle más oscuro, podemos permanecer confiados porque vamos con Él; su vara y su cayado en todo tiempo nos infundirán aliento. No siempre le podremos entender, pero siempre le debemos creer.

¡Síguelo! 


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