JUAN 14:12-14
De cierto, de cierto os
digo: El que en mí cree, las obras que yo hago también él las hará; y mayores
que éstas hará; porque yo voy al Padre.
El Señor Jesús regala esta
promesa a sus discípulos sabiendo que en poco tiempo ya no iba a poder estar
con ellos porque iba a ser arrestado y próximamente crucificado; es por esto
que en los discípulos se habían creado una serie de interrogantes y de
incertidumbres, se preguntaban cómo iba a ser la situación cuando ya no
estuviesen con Jesús físicamente; ya que habiendo estado con él, fueron
testigos de su gran gran poder observando los milagros significativos que había
estado haciendo Jesús en la tierra.
El Señor Jesús es tan
bueno y amaba tanto a sus discípulos que al ver que quizás ellos podían
sentirse un poco angustiados por lo que próximamente iba a suceder, les
hace la maravillosa promesa de que aunque el fuese al Padre, podrían hacer las
obras que el hizo y aún mayores a estas. ¿Que podemos entender cuando la
palabra nos establece que haremos mayores obras que el mismo Jesús? No quiere
decir que podremos tener más poder, sino que por extensión de su poder podremos
realizar estas obras, no siendo el poder de los hombres sino el poder de
Dios a través de su Espíritu Santo dado por extensión a todos los hombres. El fue el precursor de una excepcional obra, imprimir el evangelio a toda criatura
y realizar obras portentosas de sanidad, salvación y liberación; pero debían ser
los discípulos los que siguiesen ejecutando esta obra en la
humanidad.
De esa forma aun después
del sacrificio de Jesús y de su ausencia física, su poder fue manifestado a sus
discípulos y a todos los creyentes para salvación, sanidad, restauración y
edificación de todos los seres humanos, evidencia de esto podemos encontrarla
en el libro de los Hechos, donde los Apóstoles creyendo en el poder de Cristo
Jesús pudieron realizar grandes obras y milagros.
¿Ahora bien, que sucede en
la actualidad con el resto de los creyentes?, los que al igual que
los discípulos hemos recibido al Espíritu Santo en nuestros
corazones y decidimos vivir para Dios; la palabra del Señor permanece para
siempre y EL es fiel a su palabra y cumple todas sus promesas, puesto que, lo que
estableció hace años para sus discípulos sigue estando vigente
hoy día para todos los que hemos creído. En
el versículo 12 del capitulo 14 del Evangelio según Juan encontramos
una afirmación "..El que en mi cree.."; es creer entonces el primer
paso a seguir para poder realizar las obras de Jesús en la tierra.
Nuestra relación con Dios inicia con un paso de fe, creemos en nuestro corazón
que Jesucristo es el Salvador y luego decidimos confesarlo como tal con
nuestra boca.
Fuimos
creados por Dios para desarrollar un propósito en la tierra, tanto en
nuestra vida ministerial como en nuestra vida personal e individual, a través de
todos los dones y talentos que el mismo Creador nos otorgó; es por esto, que
debemos creer que somos grandes y valiosos en las manos del Señor para realizar
obras significativas para EL que sean de bendición para nuestro entorno; bien
sea en nuestro servicio como creyentes y miembros de una congregación con los
hermanos de la fe, como en nuestras familias, empleos y en toda la sociedad; no
para que la grandeza con la que
fuimos creados nos de una falsa estima o una actitud de superioridad y
arrogancia, sino para que con humildad podamos reconocer nuestra identidad como
hijos de Dios y transformar nuestra vida para vivir por fe.
Las
emociones juegan un papel importante en el ser humano, son aquellas que nos
animan o nos invitan a reaccionar de una forma u otra ante una situación
determinada, bien sea positiva o negativamente; fueron creadas por Dios para
que tengamos control sobre ellas, no para tenerlas en contra. Si permitimos ser
colocados bajo el dominio de nuestras emociones no seremos completamente
libres, de manera que, el enemigo siendo experto en engañar, comenzará a
atacar tu vida con pensamientos de derrota, frustración, angustia y
negatividad debilitando tu fe, y es entonces donde no te sentirás lo
suficientemente capaz o valioso en manos de Dios y no creerás que puedes
realizar obras grandiosas para EL tal como lo hizo Jesús. No podemos permitir
que nuestras emociones jueguen en nuestra contra, porque no podemos darle entrada a un
diablo mentiroso que solo desea dañar nuestra vida; nuestras visiones deben ser
visiones de fe y nada puede llevarnos a pensar que Dios no puede ayudarnos.
No
perdamos el tiempo porque no hay tiempo que perder, todavía hay mucho por hacer
para Dios; somos valiosos en las manos de nuestro Señor, podemos llegar a
lograr y a alcanzar imposibles y debemos estar preparados para lo imposible,
para lo sobrenatural porque creemos en un Dios sobrenatural. Decide creerle a
Dios y ten la certeza de que fuera del Ministerio en el que sirves Dios puede
usarte, fuera de las paredes de la iglesia Dios puede usarte, fuera de ese
banco donde te sientas Dios puede usarte. Se feliz con lo que pudiste
haber hecho hasta ahora para el Señor, pero que esa satisfacción no te haga
conformarte, no pienses que ya alcanzaste la medida de servicio suficiente
delante de Dios, sintiendo que ahora son otros los que deben realizar
las obras de Jesús, pensando que tu tiempo ya paso, que las ocupaciones no te
lo permiten, que tus canas no te lo permiten, que tu familia no te lo permite o
que tu empleo no te lo permite; piensa que todavía puedes dar más, que
siempre hay algo que hacer para el Señor, que el no mira tus limitaciones o tus
incapacidades, porque es el mismo Jesús quien va a manifestar su poder a través
de ti y va a usarte para que seas bendición y logres cosas grandes y
portentosas para que EL sea glorificado.
Cree
con todo tu corazón y con todas tus fuerzas que en el nombre del Señor podrás
echar fuera demonios, que es tu oración la que sanará al enfermo, que tú eres
el instrumento de Dios para salvación de todos aquellos que se pierden, que
podremos quitar serpientes y que si bebiéremos alguna cosa mortífera no nos
dañara; sabiendo y entendiendo que si la medida de nuestra fe fuese tan solo
como la de un grano de mostaza podríamos mover montañas. Dios te
bendiga!
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